La última pieza de la dramaturga y directora Sandra Massera se estrenó en el marco de Nuestra: Primer Festival de Dramaturgia Uruguaya, organizado por el Instituto Nacional de Artes Escénicas. La obra tiene un contenido fuertemente metateatral. Una autora se encuentra sobre las tablas del teatro con el personaje de un texto que está creando. De allí en más, el desarrollo se centra en el diálogo entre ambos personajes, que reflexionan acerca del mundo real, el mundo ficticio y la posibilidad de habitar uno u otro, o, tal vez, ambos al mismo tiempo. La irrupción de un tercer personaje poco esperado quiebra la dinámica de ida y vuelta para dar paso a un imprevisible desenlace.
Massera vuelve a trabajar junto con los actores Noelia Campo (recordemos su interpretación en La bailarina de Maguncia), Alain Blanco (Hotel blanco) y Andrea Hernández (Vida íntima de una muñeca), quienes conocen su línea de dirección y saben construir esos particulares ambientes de extrañeza, suspendidos en el tiempo. Danza con personaje habita un espacio en el escenario de un teatro viejo que parece vacío y solitario, solo habitado por estos tres seres, que deambulan como presencias fantasmagóricas. Los diálogos se preguntan sobre el ser y estar en la escena y, en su redundancia, establecen un ritmo lento que profundiza en búsquedas existenciales.
El personaje que encarna Blanco compone un decir neutro, aparentemente vacío de emociones, que necesita de su autora para expresarse y definirse. Massera retoma sus intereses acerca de la búsqueda de la identidad y lo que supone poseer un nombre. Así, recurre nuevamente al recurso simbólico del calzado, que marca un sentido de pertenencia. La escena está rodeada de zapatos viejos, que Hernández utiliza para transformarse en personajes muy reconocibles, como Blanche DuBois, protagonista de Un tranvía llamado Deseo, entre otros. Las preguntas se multiplican. ¿Quién es el autor o la autora y qué incidencia tienen sus decisiones en los personajes? ¿El personaje trasciende la historia? ¿Puede salir de su texto para tener vida propia en el recuerdo de sus espectadores? Las referencias a Luigi Pirandello en Seis personajes en busca de autor son explícitas. Massera parte de cuestionarse si los personajes pueden ser seres autónomos para desmarcarse de ella y explorar un nuevo juego escénico de cajas chinas. En ese camino endogámico, las preguntas se vuelven un círculo cerrado que vuelve sobre sí mismo.
Danza con personaje es una pieza en la que la directora continúa su búsqueda de espacios más contenidos y con menos personajes, como en su anterior montaje, La bailarina de Maguncia, que era un monólogo. La escenografía de Guillermo Ifrán parece responder a esa idea. La obra puede despertar un claro interés entre quienes se preguntan sobre el alcance de la escena y el teatro, y gustan de reflexionar sobre cuestiones vinculadas al arte.