La saga que inició, desarrolló y destruyó estrepitosamente el director Sam Raimi durante la década pasada no podía continuarse. El Hombre Araña 3 tenía protagonistas que ya parecían no rendir más, la trama se había vuelto demasiado caótica y enrevesada, e incluso había ciertas incursiones en el kitsch que daban un poco de vergüenza ajena –la escena de Peter Parker bailando por las calles al ritmo setentero de James Brown, entre otras–. ¿Pero qué sentido podía tener acabar con un personaje inmensamente popular y redituable?, ¿para qué matar la gallina de los huevos de oro si se la puede hacer renacer?, ¿por qué no incinerarla si puede resurgir de sus cenizas como el ave fénix? No es una mala idea; cerrar, reiniciar.
Así es que volvemos al principio. Parker es otra vez un joven fotógraf...
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