Murió uno de los hermanos Falcón. En la madrugada del domingo, un tropel de
desconocidos lo asesinó con saña en una esquina del centro de Pando. Se llamaba
Javier y había cumplido 39 años en diciembre. Los más próximos lo conocían como
“Pepe”: el cuidacoches de confianza de los comerciantes y el vecino servicial
al que muchos le debían una. Nadie en la ciudad entiende por qué apareció
muerto, de una forma inusualmente salvaje, a una cuadra de donde cuidaba
vehículos ajenos por un par de monedas y celaba con aprensión –sin nada a
cambio- el territorio sagrado de la plaza del pueblo.
No se ha
determinado aún quién protagonizó el asesinato. Pero no faltan sospechas e
hipótesis –a veces imprecisas o contradictorias– en esta ciudad donde todos
dicen conocerse y respiran, compungidos, un aire d...
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