Buena parte de nuestro trabajo en los últimos años ha consistido en discutir en voz alta esta frase de Fernando García Esteban (1917-1982): «Ni en la época de su formulación, ni en la de su auge, ni ahora que ya constituyen especímenes de antología, se dieron en Uruguay el ingenuismo ni el superrealismo o el futurismo. El hecho es tanto más notable si se advierte cómo inciden algunas de esas tendencias en las trayectorias artísticas de Brasil, Argentina y Chile».1
Ya en otras páginas hemos intentado impugnar esta afirmación en lo que respecta al ingenuismo, pues no consideramos a los artistas naíf una tendencia como las otras dos, que, en efecto, formaron parte fundamental de las vanguardias históricas y su dinámica beligerante, incluidos los manifiestos que hoy recordamos. Los verdaderos ...
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