Esto es deseo, animal - Semanario Brecha

Esto es deseo, animal

El teatro uruguayo les deberá siempre una transfusión de sangre llamada “Claudia, la mujer que se casa”,1 título que va en sala clandestina y menudea por el Interior. El director de la obra, André Hübener, explica por qué el joven grupo teatral El Almacén prescinde de apoyos oficiales y críticos con entrada libre.

El Almacén / Foto: Gentileza Lucila Muñecas

—¿Cómo nació El Almacén?

—Es un grupo abierto a entradas y salidas; los más permanentes somos egresados de la carrera de actuación de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (Emad), y alguno del Instituto de Actuación de Montevideo (Iam). Nos une el espacio ubicado en una esquina de barrio en el que hacemos teatro y al que bautizamos El Almacén, en honor al negocio que pusieron mis bisabuelos armenios cuando llegaron a Uruguay corridos por los turcos.

Es una casa.

—Sí, al costado tiene un monoambiente donde viví. Mi abuela, propietaria de la casa, nos la ofreció hace cuatro años para ensayar, y yo, ante la opción de ampliar mi hábitat o tener un lugar para hacer teatro con amigos, elegí lo segundo.² En ese espacio estrenamos tres obras, Schmurz, el hombre que quedó ido, en 2014; Hyde, la niña que quería morir, en 2015; y este año Claudia, la mujer que se casa; ya en la segunda convertimos la casa en una salita equipada con donaciones solidarias.

Esta última obra es una creación colectiva.

—En su mayor porcentaje es improvisación colectiva, y tiene unas hojas de dramaturgia que escribimos a dúo con el también actor y director fraybentino Leonardo Martínez.³ Fue un texto creado en acción, a partir de lo que las actrices proponían.

¿Qué objetivos tienen en mente?

—Tomamos esa esquina no para desarrollar una sala, sino para hacer el teatro que queremos, a nuestro modo. Comencé dirigiendo Schmurz porque nadie dirigía, y descubrí una vocación que me llevó a dirigir las otras dos obras. Desde el vamos nos propusimos salir de Montevideo y por suerte hemos podido llegar a distintas localidades del Interior, que es el único territorio donde rompemos el acuerdo de no aceptar contratos si nos organizan, en contrapartida, talleres para escolares o liceales y juntadas con colegas. Aparte de que Montevideo está saturada de oferta teatral, cuando trae un espectáculo de tierra adentro parece que estuviera haciendo un favor.

Sala Verdi es un contraejemplo de eso.

—Es cierto, soy muy radical cuando hablo; iba a que el ida y vuelta con el Interior tiene algo de gente reunida alrededor de un fuego, y mucho de aprendizaje. Lo que aprendí en esos encuentros no está escrito, y se arman fogones de verdad donde cantamos, comemos y bailamos. En Carmelo todos los años hacen el festival Del Litoral y más Allá, animado por la Red de Teatro del Litoral, donde conocí grupos de Perú y Colombia. No sólo ves espectáculos de otros, cosa que los festivales internacionales, en general, no permiten, sino que convivís con ellos.

La postura independentista en cuanto a apoyos oficiales es provocativa.

—La intención no es pelear.

Pero en un contexto de ayudas estatales instaladas y largamente apetecidas, puede irritar a más de uno.

—El valor supremo, para nosotros, está en hacer el arte que queremos, no el disponible. Un contrato, una lista de requisitos a cumplir para que te den guita, una expectativa políticamente correcta depositada sobre tu espontaneidad, coartan y manipulan la libertad creativa. Eso rechazamos. Pero si mañana una institución pública o privada nos facilita el acceso a gurises de una escuela rural, o a liceales de contextos críticos con los que podemos compartir no sólo un montaje, sino algunos disparadores emocionales y reflexivos, vamo’ arriba, ahí estaremos, porque ahí hay algo que aportar. Ojo, no digo que el apoyo del Estado a la cultura sea negativo, sino que, como artista, prefiero organizar mis energías con base en el deseo animal de decir, no en otra cosa. El deseo de tajear mi circunstancia. Para eso es bueno mantener a raya los condicionamientos institucionales.

El diálogo con la “institución” crítica es inevitable en cualquier desarrollo artístico.

—No creo en la legitimación del arte por la crítica; ante mi negativa a darle una invitación gratuita, un crítico me dijo: “No pago para trabajar”, y repliqué: “Yo tampoco”. Por eso en Montevideo cobro entradas –en el Interior vamos a la gorra o pactamos otros arreglos con quien nos lleve–, y las vendo por teléfono, porque al no tener una sala habilitada no puedo tener boletería. Te vendo la entrada por teléfono y te la llevo a tu casa o a donde indiques. Los elogios, los premios, las legitimaciones, perturban la creación; al menor descuido estás trabajando para el aplauso. Ya sé que el arte está lleno de monstruos justamente premiados, pero hoy nuestra sensibilidad es esta, y hasta ahora hemos podido bancarla.

—¿Cuánto cuesta una entrada para ver El Almacén?

—Si en nuestra página web esa cifra no aparece, esta entrevista tampoco lo dirá (risas).

 

  1. El elenco está integrado por Mariel Lazzo, Mariana Escobar, Camila Vives, Viviana Stagnaro, Ana Fernández, Lucía Bonnefón y Jonathan Parada. El diseño de vestuario y de la escenografía es de Cecilia Bello, la realización de la escenografía es de Pablo da Silva, la fotografía de Lucila Muñecas y el diseño gráfico de Gabriel Acosta. Quedan tres funciones antes de que baje, los sábados 8, 22 y 29 de julio (reservas al 092395293 y el correo elalmacen.teatro@gmail.com; http://elalmacenteatro.wixsite.com/elalmacen).
  2. André Hübener nació en Montevideo el 3 de marzo de 1987, en 2012 egresó como actor de la Emad, al año siguiente hizo una ayudantía de cátedra, en la misma institución, para el docente y director Alberto “Coco” Rivero, y en 2015 fue ayudante de dirección de Rivero en su puesta de Las bodas de Fígaro para la Comedia Nacional.
  3. Leonardo Martínez nació el 12 de marzo de 1980 en Fray Bentos, se formó como actor en los talleres del grupo Sin Fogón de esa ciudad, como director con María Dodera y Alberto Rivero, y como dramaturgo con Marco Antonio de la Parra. Actualmente escribe, dirige y actúa en Teatro Decartón, de Carmelo; Imagina Teatro, de Paysandú; Sin Fogón, El Almacén, y Luz y Fuerza, de Buenos Aires.

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