Esta película1 ofrece no uno sino varios interesantes juegos de espejos. No cuesta demasiado darse cuenta de que el personaje de Maria Enders, encarnado por Juliette Binoche, no es otro que el de ella misma, una actriz en los 50 años que continúa siendo una estrella internacional y a quien le llueven los contratos (es increíble el azaroso parecido que se ha dado entre este personaje y el de Julianne Moore en Polvo de estrellas, de Cronenberg). Por otro lado, hay dos actrices jóvenes que la circundan; en primer lugar, Kristen Stewart, que se catapultó a la fama con su protagónico en la saga Crepúsculo, y que interpreta aquí a la secretaria personal de Maria, la que organiza su agenda y la ayuda a aprenderse los guiones. Luego, la notable Chloë Grace Moretz, nueva estrella de Hollywood que aquí interpreta a una símil, con el matiz de que se trata de una muchacha envuelta en escándalos y rodeada de paparazzi pese a su prematura notoriedad. Lo curioso con ambas actrices es que parecerían estar cruzadas; mientras Kristen Stewart sí estuvo implicada en ruidosos y tempranos líos mediáticos, Grace Moretz por ahora ha sabido mantener un bajo perfil y parecería al margen de los escándalos públicos.
Los juegos de espejos se continúan. Enders (Binoche) atraviesa una crisis, ya que debe interpretar a un personaje manipulable, inestable, patético desde su perspectiva, que la lleva a cuestionarse aspectos de su propio devenir vital. Durante las lecturas del guión que tiene con su joven ayudante se refleja vívidamente el vínculo laboral y afectivo que ellas mismas atraviesan en ese momento. El paralelismo llega a tal punto que el espectador confundirá de a ratos si el diálogo que están llevando es propio de los personajes o de esos otros pertenecientes a la obra que están ensayando. Y como bien han señalado varios cronistas, esta película a su vez evoca varios históricos duelos actorales femeninos existentes, como el de Bibi Andersson y Liv Ullman en Persona, o el de Bette Davis y Anne Baxter en All About Eve. Como en esos casos, la confrontación supone también una extraña simbiosis, ya que una puede verse como la otra más joven, y viceversa, y vale decir que, por asombroso que parezca, Stewart se mantiene a la altura de las circunstancias (compartir protagonismo con Binoche no debe de ser fácil).
El director Oliver Assayas (Irma Vep, Los destinos sentimentales) suele de-sempeñarse en un cine muy francés; cerebral, sugestivo, multirreferencial, especialmente bien logrado en lo que refiere a plasmar situaciones cotidianas, con diálogos en apariencia casuales y situaciones coloquiales. En definitiva: se trata de un gran director de actores y de un maestro del artificio. Así, esta película supone una agradable experiencia y un ejercicio recargado de significados, aunque queda la impresión de que, como el que mucho abarca poco aprieta, el guión se pierde un poco en ese juego y no se logró profundizar en el conflicto y darle la carga dramática necesaria. Es de suponer que con tan buen material humano se podría haber obtenido un mayor vuelo emocional o audiovisual, y es algo que quedamos esperando.
1. Clouds of Sils Maria. Alemania/Francia/Suiza, 2014.