Extender va con equis - Semanario Brecha

Extender va con equis

Las inseguridades de los padres y docentes frente al Programa de Tiempo Extendido en las escuelas públicas. Los pros y los contras de un plan que se pretende ampliar a todo el país y se asemeja a la oferta de los colegios privados. También la experiencia de la escuela Brasil, pionera en el tema. Con estos elementos usted sacará sus propias conclusiones.

Escolares. Foto: Oscar Bonilla

Hay que sortear andamios, nubes de polvo y bolsas de escombros, sonidos mecánicos que repican en los tímpanos, todo a una semana del comienzo de clases. Luego de tres años de estar en obra los sonidos y los obstáculos se naturalizan. Es que una moderna ala se agregó al viejo edificio de la escuela número 17, Brasil, declarada patrimonio histórico nacional. Fue la primera en incursionar en el Programa de Tiempo Extendido de Primaria,1 en 2003, y la única hasta 2010.

A pocos días de empezar las clases el teléfono no para de sonar: ya cuentan 160 nuevos pedidos de ingreso, que deberán rechazar para conservar el numero ideal de 400 alumnos que tienen desde el año pasado y que el programa necesita para funcionar adecuadamente; por la buena salud de los grupos reducidos y porque sólo dos niños han pedido pase para irse de esa escuela. Sabido es que legisladores y ediles han enviado cartas para que se les conceda el ingreso a la escuela Brasil, un centro al nivel de los mejores colegios privados de Pocitos.

En 2015 trabajarán en un proyecto anual, algo así como “el año de la luz y la tecnología”, pero orientado hacia el conocimiento artístico. Los maestros y profesores de segundas lenguas (inglés y portugués), los de expresión corporal, danza, teatro, artes visuales, literatura, y también los de educación física, Ceibal, educación vial y salud sexual, revisaron los contenidos y coordinaron para que, en su horario extendido de 10 a 17 horas, los niños hablen en otros idiomas sobre la luz, bailen o pinten sobre ese tema, o lean poemas sobre la luna o el sol.

Hasta el año pasado las escuelas de horario extendido eran 41 en todo el país, con un total de 3.673 alumnos. Este lunes, al comenzar un nuevo año escolar, se sumarán otras cuatro, en busca de ampliar la buena experiencia.

Pero no todo resulta idílico. Brecha recogió un punteo de argumentos –a favor, en contra– sobre el plan de horario extendido en las escuelas públicas.

TANTO TIEMPO EN LA ESCUELA. “Es un horario muy largo para un niño, prefiero que esté en casa jugando o haciendo cualquier otra cosa”, se apura a contestar una mamá consultada con respecto a las siete horas y media de clase.
Además existe temor a que los “entornos violentos” se potencien en la convivencia: “Si existe violencia entre los niños, van a estar todo el día expuestos a eso”.

Y aquí lo locativo se vuelve fundamental, es necesario contar con un salón de artes visuales, de danza, una biblioteca, espacios al aire libre, unos baños adecuados, y el imprescindible comedor.

Comer fuera de casa es uno de los “peros” más fuertes que enfrenta el horario extendido, “esos miedos que tenemos las madres de que los niños no coman bien”.

“Acá en la escuela Brasil el comedor sirve para mejorar la organización, pero no es de real necesidad, como sí sucede en otros barrios de menor nivel socioeconómico”, reconoció María José Quintela, su directora. Allí la dinámica se mejoró a base de ensayo y error. Hoy en día cuentan con una empresa tercerizada que cocina dentro del local, y la comida del comedor es la misma para todos. “En realidad comen mejor en la escuela que en la casa, porque tienen una dietista que les define un menú balanceado”, agregó más tarde la tallerista en salud.

Pero “la mayoría de las escuelas no están físicamente preparadas para este plan”, admitió Quintela. Y es que, otra vez, lo locativo incide directamente: en algunos centros almuerzan en las aulas de clase o en algún salón destinado a ese fin, lo que claramente distorsiona la propuesta.

El almuerzo en la escuela genera resistencia, reconoció el maestro Héctor Florit, director de Primaria, y a su vez matizó: “Obviamente es un temor más de la clase media que de los sectores populares”. Florit aclaró entonces que los miedos varían según el contexto en que esté inserto el centro educativo: en los más populares existe el temor a que se potencien los entornos violentos y a que los niños permanezcan tanto tiempo alejados de la familia, mientras que el almuerzo en la escuela y el uso de los baños y demás espacios generan los temores más frecuentes en los contextos de clase media y media alta. También hay casos como el de la escuela Francia, allí concurren niños cuyas familias entienden que una educación integral incluye deporte, recreación, música, arte, nuevas tecnologías, otros idiomas, y para ello recurren a servicios privados que consideran de más calidad, “y sobre todo más ajustados al nivel de aprendizaje del niño”, explicó Florit. “Las madres de la escuela Francia me preguntaban: ‘¿Pero mi hijo, que hizo cuatro años de inglés en la Alianza, tiene que empezar de primero?’. El idioma en una escuela pública difícilmente esté graduado por el aprendizaje externo, está graduado en función de los grados escolares, entonces en primero se empieza en primero.”

DIVERSIDADES. Algunos padres temen que con tanto énfasis en la formación artística alternativa se descuide la educación curricular más tradicional. “Cansan al niño con talleres en la mañana, y queda muerto para las clases de la tarde”, desconfió otra de las madres consultadas por Brecha. Por el contrario, la directora de la escuela Brasil sostuvo que prefiere que los niños estén “fresquitos” y hagan uso de la creatividad artística en las primeras horas del día.

Una de las dificultades iniciales en su escuela fue conseguir a los docentes, para que la mirada artística que tanto defienden estuviera presente: actualmente la profesora de actuación es directora de teatro, el profesor de artes visuales viene de Bellas Artes, la profe de literatura es egresada del Ipa. “Eso es lo que enriquece a este proyecto”, apoyó Inés Robaina, la subdirectora.

Así “el maestro ya no es la única voz de las escuelas. Ahora con los profesores y demás docentes aprendemos unos de otros de esas trayectorias singulares”, dice Quintela. Ahora se coloca en un mismo lugar a profesores y maestros en la responsabilidad respecto al currículo de los niños. Pero al parecer los padres desconfían de esa rotación de docentes al mejor estilo liceal, y eso se suma a la idealización histórica existente, del maestro como la figura máxima de la institución escolar. “Es un cambio fuerte de pensar –durante un tiempo era impensable– que los maestros no estén junto a los niños y que haya un docente que no sea el maestro”, continúa la directora.

Por eso, otro de los temores es que falten los docentes responsables de los grupos. Lo que nos lleva al siguiente punto: “¿Quién cubre a los docentes que faltan?”, preguntó una de las madres consultadas. Hay una desconfianza real: si los profesores que atienden a los grupos por la mañana faltan, o simplemente no se consiguen, los niños quedan solos durante una “hora puente” o durante gran parte del año.

Otro de los inconvenientes es el déficit nacional de docentes, que dificulta ampliar esta propuesta al resto del país (véase entrevista con Florit).

Algunos ejemplos del Interior reflejan que la experiencia no es simple. En las escuelas de tiempo completo, por ejemplo, la queja de los maestros es que “si Primaria no paga a los talleristas termina el maestro haciendo todo”, temió una maestra de Canelones. En Montes, pueblo de ese departamento, una escuela de tiempo completo tiene un taller de educación artística. Al docente a cargo le paga la empresa de fiambres Doña Coca (que logra descuentos en algunos impuestos por su acción).

Una escuela de Migues es de horario común pero la Comisión de Fomento se hizo cargo durante un tiempo de los sueldos del profesor de arte y de una tallerista en cestería para los niños de educación especial, pero no pudieron sostenerlos. “Primaria tiene dinero, depende de ellos en qué lo invierten”, dijo al respecto una maestra preocupada.

QUIÉN DECIDE. El proyecto de horario extendido debe ser aprobado por la comunidad donde está inserta la escuela, por eso se discute previamente entre padres, vecinos y maestros. La experiencia de la escuela de San Bautista, Canelones, es un buen ejemplo. Allí no hay otras escuelas o colegios privados, por eso la consulta se volvió un asunto de interés general y los temores descritos al principio de esta nota afloraron enseguida. Finalmente, los propios padres decidieron por votación que la escuela no se sumara al horario extendido (un 10 por ciento de negativas bastaba para postergar todo el proyecto).

Algo similar ocurrió en la escuela Francia (Montevideo): hace tres años quisieron convertirla a horario extendido, pero la mayoría del colectivo docente y gran parte de los padres se opusieron. Lo mismo en la escuela Japón, en la calle Pérez Gomar casi Comercio: la comunidad y Primaria evaluaron si era conveniente –o posible– adoptar el plan, y finalmente la transformación también se postergó.
Un ejemplo intermedio es la escuela 24 de Vichadero (Rivera), que a partir del próximo lunes dará el salto, en medio de opiniones divididas. Por eso el Consejo de Primaria resolvió convertir exclusivamente las clases de primero y segundo (los más chicos vienen desde el jardín con ese horario, mientras que los padres de los más grandes se han mostrado reticentes), para probar cautamente cómo funciona la experiencia.

“Es cierto que cada vez que algunos deciden no ingresar a la extensión de horario hay otro montón de padres que tenían muchas expectativas y quedan frustrados”, reconoció Florit. En la misma línea, y según lo ve la directora de la escuela Brasil, existe un riesgo al someter el plan a una consulta pública cada vez, y es que “los padres que no quieren el plan terminan por decidir por los que sí quieren”.

La maestra Alda de la escuela Brasil es más radical en su postura: “creo que a los padres no habría que consultarlos mucho. La gente es conservadora y se niega ante lo desconocido”. Alda trabaja allí desde 2000, tres años antes de que el Programa de Tiempo Extendido comenzara. “Es el que está formado en educación el que tiene que opinar, los idóneos en educación tienen que saber qué es lo mejor para los niños. Los padres opinan de acuerdo a sus intereses personales, pero los que se resistieron al principio hoy están asistiendo a esta propuesta. Y si crece la demanda, como en el caso de esta escuela, por algo es, si no el proyecto hubiese fracasado.”

LA PRIVADA ES MEJOR (¿?). A la vista está que este plan de horario extendido busca parecerse a los colegios privados, equipararse a su oferta. Y, en el fondo, pretende detener el éxodo y retener a la clase media y media alta en el sector público, en pos de volver a una escuela pública abierta y heterogénea.

Florit entiende que se migra a la educación privada por los horarios, o porque “se presume de mayor calidad”. En la escuela Brasil, por ejemplo, lo primero que hicieron fue reconocer que el sector social medio y alto necesitaba una oferta de ocho horas que la escuela pública no brindaba. A pesar de eso, hay personas que aún no conocen la propuesta horaria de esta escuela. Según su directora, se explica por una cuestión de imagen: los que hacen más publicidad son los privados, “la mirada hacia lo público siempre es de que está todo mal”. Sin embargo, las 160 inscripciones en espera evidencian una fuerte demanda del sector social donde está inserta la escuela. “Tenemos muchos niños que quieren ingresar desde colegios privados, y no tenemos capacidad para recibirlos. No es una expulsión –para expulsarlos tienen que estar–, lo que hay es una exclusión, son directamente rechazados”, resume Quintela. Un sistema de prioridades para conceder los cupos los deja fuera: primero están los niños que tienen hermanos en la escuela, los que provienen del Caif, los usuarios del Mides, de las guarderías de la Intendencia, después los hijos de las madres que trabajan.
Y agrega la directora: “Hace más de cuatro años que gente de la zona queda fuera y termina yéndose a los privados”. Y así alimentan la matrícula de los colegios, que continúa creciendo durante el último tiempo, mientras la pública cae.2

¿CREER EN LA PÚBLICA?

“Ojalá este proyecto se extendiera, se está extendiendo. Apunta al niño en su globalidad, no lo digo sólo como maestra sino como madre –mi hija asiste a esa escuela–, creo en la escuela pública y en la formación permanente de los docentes”, defendió con optimismo Alda al final del recorrido por la escuela Brasil.

En su centro el ausentismo escolar es bajísimo, porque “cuando algo gusta, genera identificación y llena las expectativas de la familia, la gente apoya”. Si la propuesta está bien coordinada y los profesores están capacitados, “la escuela pública es la mejor propuesta que hay”, opinó. Y concluyó: “Muchos docentes también están en contra, muchas veces por cuestiones personales, por superposición de horarios y trabajos, y otras veces por miedos. Y los salarios nunca acompañan el esfuerzo docente, por eso en la escuela pública uno deja el corazón”.

1.     Las escuelas y jardines de tiempo completo tienen un horario que va de las ocho y media a las cuatro de la tarde, y los niños desayunan, almuerzan y meriendan en la escuela, siempre a cargo de maestros. En cambio, las escuelas con el Programa de Tiempo Extendido van desde las diez de la mañana a las cinco de la tarde e incluyen talleres por la mañana –atendidos por profesores– y la clase tradicional a cargo de maestros por la tarde.
2.     En 1932 la escuela pública atendía a nueve de cada diez niños. Cayó en el año 64 a su punto más bajo (ocho de cada diez), y repuntó al 87 por ciento con la crisis económica entre 2001 y 2005. En los últimos años esa matrícula viene decreciendo: se ubica en el 82,9 por ciento. En cambio, entre 2003 y 2013 el sector privado creció en 9.870 estudiantes, con un saldo final de 3.229 matriculados más que en 2000. Entre 2003 y 2013 la relación entre la matrícula pública y la privada pasó de 7,1 alumnos en escuelas públicas por cada alumno en el sector privado, a 4,9 en 2013, según los datos del último Anuario Estadístico de Educación del Mec (2013).

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Déjà vu

Ya hace varios años que faltan docentes para cubrir las vacantes en Primaria, el número de egresados de Magisterio no alcanza y el tema dificulta el comienzo de clases. Este 2015 no viene distinto: autoridades de Primaria y Ademu Montevideo confirmaron públicamente que varios grupos comenzarán las clases sin un maestro a cargo.
Una de las estrategias para revertir el problema es ofrecer el reintegro a los maestros jubilados. Otra es traer maestros del Interior hacia los departamentos con mayor déficit, como Montevideo, Canelones o Maldonado.
Según explicó la secretaria de Ademu-Montevideo, Raquel Bruschera, en entrevista con El Espectador, la idea es conseguirles alojamiento: Primaria hereda casas de personas que no tienen a quien dejárselas, y tal vez allí puedan alojarse maestros que decidan venir a la capital, explicó a ese medio.

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