La vida del pueblo kurdo en Siria está debajo de una guillotina filosa en la que resplandece el nombre del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan. Para que esa guillotina caiga, varios factores tienen que alinearse. Pero hay algo claro: ese pueblo –que fue negado durante años por el Estado sirio, que resistió los ataques masivos del Estado Islámico y con sus fuerzas de autodefensa convirtió en polvo las aspiraciones de un califato en Oriente Medio y que, al mismo tiempo, creó instituciones y espacios democráticos desde 2012 bajo la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (Aadnes)– parece dispuesto a luchar hasta el final en defensa de su territorio, asediado desde hace dos semanas por uno de los grupos de la llamada oposición siria, el Ejército Nacional Sirio ...
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