El basurero Atari
En los años ochenta uno se hacía amigo de personas a las que quizás nunca se hubiera acercado, sólo porque tenían un Atari. Aquellos que sólo teníamos la posibilidad de tener un rústico videogame (dos palitos y una pelotita: tenis; dos palitos, una pelotita y una raya larga: frontón; dos palitos y dos ángulos rectos: básquetbol) podíamos viajar quilómetros sólo para jugar al Space Invaders, Asteroids, Pole Position o al Pac Man. Era la gloria. ¡Juegos arcade ilimitados! ¡Gratis! Luego vinieron las computadoras. La Commodore 64, la tk-90X, y de vuelta a encontrar nuevos amigos. No sabíamos que no éramos los únicos que habíamos abandonado el Atari por aquellas rústicas computadoras (teclado, pantalla del televisor y casete), que tenían el atractivo extra de poder programar...
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