Mucho se ha hablado de la exclusividad y la competitividad de las universidades chinas, y en especial de un temible examen de ingreso, el gaokao, al que se inscriben todos los años millones de estudiantes, con una inmensa presión por parte de sus familias y de las autoridades. Aprobar o perder ese examen puede determinar el éxito o el fracaso social del alumno. Pero además de las exigentes pruebas, el ingreso cuesta dinero: los estudios superiores, por ejemplo, exigen el pago anual de una matrícula cercana a los 850 dólares. Y en muchos casos los estudiantes viajan especialmente a las grandes ciudades desde las zonas rurales, ya con enormes dificultades para costearse un sitio donde alojarse y los materiales de estudio. Si bien existen sistemas de becas y préstamos estatales para estudiantes, tienen sus limitaciones, y quienes no son contemplados por alguna razón suelen recurrir al ampliamente desregulado mercado de préstamos online.
La página web Quartz denunció hace dos semanas la situación: ciertos usureros están otorgando préstamos a jóvenes estudiantes desesperados, con una tasa de interés que alcanza el 30 por ciento semanal, cuando el máximo legal impuesto a los bancos chinos es de un 24 por ciento anual. Así, mediante un contrato informal, por un préstamo de 200 dólares deben pagarse 338 dólares al cabo de dos semanas y 571 luego de un mes. Pero si ofrecer créditos a estudiantes con intereses abusivos ya es una práctica de por sí deplorable, el elemento novedoso del informe es que, en algunos casos, el aval que están pidiendo a las chicas para hacer efectivo su préstamo consiste en que se saquen una selfie, o que filmen un video en el que aparezcan desnudas sosteniendo su documento de identidad, y lo envíen por celular al acreedor. En caso de que las muchachas no paguen sus deudas a tiempo, los usureros publicarían esas imágenes o videos en las redes sociales, o se los enviarían a sus padres.
Una estudiante nombrada bajo un alias en el artículo de Quartz había pedido un préstamo de 78 dólares, pero la suma fue incrementándose, debió obtener nuevos préstamos para poder pagar los viejos y al cabo de un tiempo la cifra adeudada pasó a ser de casi 8.500 dólares. La chica señaló que el prestamista comenzó a amenazarla reiteradamente con hacer públicas sus fotos. QQ y WeChat, dos aplicaciones de mensajería, son lugares comunes para negociar los préstamos “desnudos”, según varios informes de los medios chinos. Pero además, como informó el diario estatal Legal Daily, a veces se venden las fotos a grupos de chat online, aun cuando las chicas ya hubieran pagado sus deudas.
Tras la crisis financiera de 2008 la usura se convirtió en China en un problema creciente. Los grandes bancos redujeron su oferta de créditos, lo que dejó por fuera del sistema bancario a los chinos de escasos recursos. De esta manera, los préstamos personales orientados a estas franjas del mercado pasaron a la más feroz clandestinidad, y el gobierno chino hoy no cuenta con una institución que controle este tipo de contratos online.