Ahora que la idea de aparato represivo del Estado suena a voz de ultratumba, la sola mención del debate ideológico provoca urticaria y la politización de este o aquel asunto representa un gesto de mal gusto, hasta el ministro del Interior se permite un apunte respecto a la democracia sindical. «Me parece una equivocación que se elija a un sindicato de policías para apartarlo de la gremial simplemente por defender a sus afiliados en el cumplimiento de su deber», se inmiscuyó Jorge Larrañaga la semana pasada, a la salida de una graduación de cadetes. Las relaciones entre el Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo (Sifpom) con el ministro habían demostrado ser muy cordiales desde la asunción del gobierno de coalición. En setiembre del año pasado, Patricia Rodríguez –presidenta del ...
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