El epicentro de la cultura y la resistencia mapuches está situado en una amplia franja entre la cordillera y el océano, las provincias Malleco y Arauco, regiones donde los conquistadores fueron rechazados, donde se conservaron las tradiciones y las comunidades que ahora están recuperando una mínima pero decisiva porción de las tierras usurpadas siglo y medio atrás.
El interminable tapiz verde se mece al compás del viento, como un oleaje amenazante a punto de engullir poblados, carreteras y gentes. Un paisaje monótono pero sedoso, salpicado aquí y allá por praderas y colinas coronadas siempre por el verde oscuro de las plantaciones de pinos. A un lado se adivina la cordillera. Al otro, la llanura deambula hacia un mar que nunca termina de decir presente.
La ciudad amanece cansina, como un p...
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