Las elecciones presidenciales celebradas en Turquía el 14 de mayo estuvieron marcadas por la enorme expectativa, tanto entre la oposición interna como entre la opinión extranjera, de que la presidencia de Recep Tayyip Erdoğan estaba llegando a su fin.
Erdoğan y sus seguidores aseguraron al país que él seguía siendo «el hombre adecuado, en el momento adecuado» –doğru zaman, doğru adam– para llevar la república a su segundo siglo de vida. Los partidos opositores prometieron un nuevo comienzo. Las elecciones, dijeron, eran una oportunidad real de un futuro más democrático (aunque al momento de su celebración uno de los principales líderes de la oposición estaba en prisión por cargos políticos). El terremoto de febrero en Hatay y Maraş lo había cambiado todo, pensaban ellos. Después de todo, l...
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