Dado que sin dudas este disco,1 en su música y hasta en su diseño gráfico, coquetea con el universo de la música culta, y a la vez con la música popular vinculada a la electrónica, hay dos formas de abordar este comentario.
En primer lugar, encararlo como el disco de música culta que en realidad no es, ya que, por ejemplo, en un sentido estricto la “Suite para piano & Pulso velado” no es una suite, como la gloriosamente bella suite “Bergamasque”, del inmenso Claude Debussy, sino un compilado de fragmentos instrumentales donde se cuela, en forma cómoda aunque incoherente, una versión de “La edad del cielo”, canción de Jorge Drexler originalmente incluida en su disco Frontera, de 1999. Lo mismo sucede con la segunda “obra” de este disco, “Pianos tiranos”, una colección de pequeñas músicas para piano solo, sin ilación aparente entre ellas.
En segundo lugar, este disco puede ser abordado como lo que en realidad es: música popular instrumental y “bajofondística”, que Luciano Superville realiza con talento, buen gusto y la suficiente astucia como para redondear un precioso producto.
Supervielle nació en París en 1976, vivió de muy joven en México y luego se radicó en Montevideo, formando junto a Gabriel Casacuberta la recordada banda Plátano Macho. Trabajó luego con Jorge Drexler en sus discos Frontera (1999) y Sea (2001). Posteriormente, junto al compositor y productor argentino Gustavo Santaolalla y el músico y productor uruguayo Juan Campodónico, crearon el exitoso proyecto de tango electrónico Bajofondo, con el que vendió muchísimos discos y recorrió muchísimos países. En el primer disco del grupo hay tres temas de Supervielle. Y el segundo, Bajofondo presenta Supervielle, de hecho es su primer disco solista, al que seguirían otros, como Supervielle en el Solís, Dvd de 2006, y Rêverie, de 2011.
Supervielle ha dicho que este nuevo disco es un cruce entre lo clásico, la música rioplatense y las nuevas tendencias de la música electrónica.
De algún modo es cierto, por más que lo clásico presenta fórmulas melódico-armónicas que ya eran una antigüedad absoluta en tiempos de, por ejemplo, Igor Stravinsky (1882-1971).
El disco es una delicia total si se lo considera como música ambiental, ya que las melodías son cálidas y agradables y la atmósfera creada por los arreglos con elementos de electrónica le da un clima muy grato y un toque de modernidad en el caso de la “Suite para piano & Pulso velado”. Tanto en esta colección de piezas como en “Pianos tiranos”, Supervielle se apoya básicamente en el piano acústico, instrumento de los instrumentos, imbatible en su seducción y cristalinidad frente a samplers o teclados electrónicos del tipo que sea. Vale decir: electrónica y modernidad, ma non troppo. Supervielle sabe lo que vale un buen piano que suene a piano, y es un buen intérprete y un inspirado melodista. Hay deliciosos fragmentos en la “Suite para piano & Pulso velado”, como “Sublimación”, la etérea “Resiliencia”, y las baladísticas “Pasaje nocturno” y “Otro día en Uruguay”. En “Pianos tiranos” se destaca especialmente, con sus casi diez minutos de duración, “Suite de la Mamama”.
Este es uno de esos discos que uno utilizaría para acompañarse mientras lee, con la estufa de leña encendida y la nieve cayendo, si es que hubiera nieve en Uruguay. Pensándolo bien, puede funcionar igual en enero, leyendo en la playa con los auriculares puestos o en cualquier otra situación donde se necesite buena música instrumental para buena soledad o buena compañía.
Suite para piano & Pulso velado y Pianos tiranos. Luciano Supervielle. Bizarro, 2016.