Pareja abierta (La Candela), de los itálicos Dario Fo y Franca Rame, dirigida por Carlos Muñoz, echa una ojeada bastante despiadada a una pareja que, luego de varios años de matrimonio del cual dan testimonio tres hijos ya crecidos, se encuentra en especiales vías de separación. En esas vías se incluye la posibilidad de intentar seguir conviviendo, aunque bajo la fórmula de pareja abierta, es decir, aceptando ambos que su cónyuge salga con quien le venga en gana. Por cierto que, al tiempo que ambos exponen –y disfrazan– lo que sienten, sale a luz la mayor parte de las críticas que él y ella pueden formular a la otra parte, y el resentido vínculo que los unía, un torrente que Fo y Rame, su mujer, desgranan con términos tan despiadados como ocurrentes, habida cuenta del acabado estudio del comportamiento y el atento diseño de la psicología de estos expositores en riña constante que se dirigen a la platea. Sin duda que el humor, ese humor que nace en el espectador que ríe porque reconoce haber vivido u observado muy de cerca varias de las situaciones que se desarrollan en el escenario, se cuela a cada rato en una puesta que Muñoz lleva adelante con el decisivo apoyo de los estupendos Mariana Trujillo y Diego González, un dúo actoral que parece entender muy bien las idas, venidas y, claro está, las contradicciones que la pareja que les toca encarnar enfrenta a cada minuto. A pesar de que el espectáculo no aprovecha a fondo la decisión de dividir la platea en dos sectores ni el recurso de utilizar alguna escena filmada, y que la conclusión exigiría otra contundencia, la puntería de los autores y el desempeño de Trujillo y González se abren camino para divertir a los asistentes.
Mi vida con China (del Centro), de Carlos Perciavalle con dirección de Alfredo Leirós, le da rienda suelta al propio autor para compartir con la platea un homenaje a China Zorrilla, la gran amiga con quien compartiera infinidad de vivencias en los escenarios y fuera de ellos. Como la propia China, Perciavalle posee el don de conquistar a la concurrencia desde que asoma, al tiempo que desgrana anécdotas que, más que por su verosimilitud –a nadie le rechina que Carlitos agregue detalles divertidos que quizás solo él imaginó–, conquistan a todo el mundo por el sentido del humor que se adueña de un comediante que nunca se olvida de quienes le rodean y sabe entretenerlos de principio a fin. En la ocasión, un par de canciones compartidas con Alejandra Menéndez y la sobria participación del actor Marcelo Ricci, encargado de efectuar las presentaciones de rigor, otorgan el marco adecuado al titular que, por otra parte, incluye imágenes filmadas no sólo de la propia China en distintas actuaciones y entrevistas, sino también de gente que la conoció de cerca, como Mario Morgan o Soledad Silveyra. El reguero de anécdotas que Perciavalle dirige en todas direcciones ronda dos horas que se pasan sin que nadie se dé mayor cuenta, y abunda en momentos tan festejables como la evocación del exitoso viaje que China y Carlitos hicieron una vez a un Puerto Rico donde no todas las palabras en español que allí se pronuncian tienen el mismo significado que en el Río de la Plata.