No puede decirse, sin embargo, que la comodidad fuera algo que Cohen haya cultivado, sino, a lo sumo, la puesta en práctica de la vieja máxima de que el arte debe confortar al perturbado y perturbar al confortable. Su obra está construida sobre la contradicción y la paradoja, sobre la música y la palabra, lo culto y lo popular. De él puede decirse que fue el más budista de los judíos, el cantante más poeta, el más luminoso de los oscuros o el humorista más serio. Sus canciones son construcciones perfectamente cerradas en su apertura. Y el sentido se escurre por las oscuras grietas por donde pasa la luz.
A LOS 33. Era toda una época, aquella. En 1966, el poeta y novelista Leonard Cohen, que había sacudido la escena literaria canadiense, entusiasmando a los críticos que lo saludaban como el ...
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