Objetos tan disímiles como una magdalena, un arma de fuego, un teléfono, un par de zapatillas, un automóvil, un puente y un edificio tienen ahora un novedoso e impensable elemento en común: todos ellos han sido ya fabricados mediante el uso de impresoras 3D. La mayoría no somos plenamente conscientes de la variedad de posibilidades que ofrece esta novedosa tecnología, y no son pocas las áreas del conocimiento que buscan asimilar, desarrollar y capitalizar tal revolución. Pero si en una de ellas la aplicación se augura próspera es en la medicina.
Los primeros usos en la materia fueron para las prótesis: partes del cuerpo, como piernas, pelvis y cadera, han sido impresas en plástico, titanio y materiales cerámicos, con la ventaja de poder hacerse a medida, personalizadas y al detalle según las dimensiones específicas del usuario. Pero lo que parece seducir más a los científicos es, tal como puede verse en los créditos iniciales de la serie de ciencia ficción Westworld, una impresora 3D que pudiera reproducir con precisión milimétrica las fibras del organismo. No son pocas las iniciativas en este sentido: un grupo de científicos del Centro de Investigaciones Médicas de Sichuán explora y desarrolla la fabricación de venas completamente funcionales. En Estados Unidos el Wake Forest Baptist Medical Center, de Carolina del Norte, ha impreso estructuras cartilaginosas, óseas y musculares estables. En Argentina la empresa Life SI fabricó una bioimpresora bautizada 3-Donor, capaz de generar trozos de piel, con la idea de utilizarlos como parches que se adapten perfectamente al tamaño de las lesiones.
Para fabricar estructuras tridimensionales aplicables a un organismo es necesario utilizar células madre de los propios pacientes, que son mezcladas en un medio líquido para formar la “tinta biológica”; este líquido debe proveer a las células de nutrientes y oxígeno para mantenerlas vivas. Aplicadas por la impresora capa por capa, y utilizando un gel que las mantiene pegadas, se les iría dando forma a los órganos. Ese gel es finalmente extraído, de modo que las células madre construyan una estructura estable unida a los tejidos del usuario; en algunos casos se llegan a construir incluso vasos sanguíneos.
En cuanto a las sustancias utilizadas como agregado a las células madre, no hay materiales que sirvan para todo, y los que se conocen que han tenido un buen rendimiento tienen aplicaciones muy concretas: los hay ideales para la generación de huesos, para tejido neuronal y para tejido muscular.
De cualquier manera, los científicos abocados a cada una de las áreas reconocen que se trata de una investigación aún en pañales, que necesita mucho estudio y desarrollo. La aplicación directa en seres humanos todavía no está próxima.