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Dicen algunos de los que pudieron ir a la concentración del lunes en la plaza Libertad que una de las imágenes más fuertes era la de Luisa Cuesta sentada en un banco, hablando del cansancio que sentía, que iba mucho más allá de la lógica biológica. “No me pidan que repita lo que ya dije mil veces”, dicen que decía Cuesta con expresión de no creer que todavía, cuarto de siglo largo después, tuviera que estar, si no en la misma (hay un puñado de milicos presos, “se entró” a los cuarteles, algunos pocos cuerpos aparecieron), sí en un nivel que, como se planteaban en principio las cosas hace unos pocos años, parecía impensable. Para peor, con el riesgo real de perder lo poco logrado: que el grupito de milicos presos, o algunos de ellos, vayan dejando uno a uno la cárcel vip de Domingo Arena...

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