La cultura sin trabajo - Semanario Brecha
Las medidas que tomó el gobierno y después

La cultura sin trabajo

La semana pasada, el gobierno decidió suspender todos los espectáculos públicos hasta el 10 de enero. Eso supone un nuevo golpe para el sector de la cultura, cuyas actividades se han visto fuertemente mermadas a partir de marzo. Mientras algunas instituciones y organizaciones de trabajadores tratan de enfrentar la situación crítica, las autoridades intentan, sin demasiadas certezas, coordinar nuevos instrumentos para ofrecer respuestas.

Sala del Teatro El Galpón preparada para el protocolo contra el covid-19 Héctor Piastri

Eso que llamamos arte, o, de forma más común, cultura, es una configuración compleja, con una gran diversidad de disciplinas y roles, e incluye una casi inabarcable serie de actividades conexas. Por cada artista que sube a escena, hay un grupo de personas que trabaja antes y después del espectáculo. Lo mismo ocurre con un libro o una película. Algunos sectores, como el audiovisual –sobre todo, la publicidad y las productoras que trabajan para clientes como Netflix–, han podido trabajar con el aumento de costos que implican los protocolos. Las plataformas de streaming y la industria del libro –que depende, en los grandes números, de la venta en grandes superficies, librerías y plataformas online– están siendo golpeadas por la pandemia, pero han encontrado algunas salidas. Sin embargo, el universo de las artes escénicas –que incluye el teatro, la música y la danza– y el de las salas de cine se vieron directamente afectados por las prohibiciones de realizar espectáculos en vivo. Los diversos impedimentos para el trabajo han sido una constante desde marzo y, aunque algunas actividades se retomaron lentamente en el segundo semestre del año, a pocas semanas de terminarlo hemos vuelto al punto de inicio.

Por otro lado, pocas son las voces que se han levantado para reflexionar sobre lo que se pierde en un país sin espectáculos públicos. Ciertas posiciones parecen perpetuar la idea de que lo único que está en juego es el trabajo de los artistas y los técnicos, cuando, en realidad, las medidas tomadas suponen la pérdida de varias formas de comunicación vinculadas a la creación y el goce, pero también a la transformación de las subjetividades y el crecimiento de las personas en comunidad. La decisión de bajarle las cortinas a la cultura implica no sólo una actitud de indiferencia a las fuentes de trabajo, sino también la negación constante de la relación entre el arte y la salud, entre la cultura y los vínculos, entre la experiencia escénica y el pensamiento individual y colectivo.

LA SITUACIÓN DE LAS ARTES ESCÉNICAS

En abril de 2020 Diego Traverso y Ernesto Pienika publicaron un breve artículo para el CLAEH,1 en el que, basándose en los datos obtenidos de la Cuenta Satélite de Cultura para 2016, analizaron el impacto económico de la pandemia en tres escenarios posibles, con un regreso a las actividades en junio, julio y octubre. Esto ocurrió a finales de julio, pero a partir del 21 de diciembre se volvió a la misma situación. En el trabajo, los autores tomaban, por un lado, la facturación del sector y, por otro, la venta de entradas. En este último rubro, se aventuraban a plantear tres hipótesis para la música: una disminución del 35 por ciento en la venta de entradas y un 23 por ciento de caída de asistentes para junio; un 39 por ciento y un 30 por ciento para julio, y un 55 por ciento en ambos rubros para octubre. Para Traverso, «al final, el sector perdió todo el año».

Un factor importante para dimensionar el impacto de las artes escénicas es la cantidad de personas que emplea. Según datos tomados de la Encuesta Continua de Hogares, son  «unas 6 mil personas que las tienen como ocupación principal o secundaria, de las cuales un 70 por ciento son cuentapropistas». Lo que señala Traverso es: «Para que haya un artista en un escenario, trabaja un montón de gente, que tiene menos capacidad de vivir de otra cosa. Creo que este año la mayoría de los artistas se dedicaron a componer, que es como una inversión a futuro, es como generar un activo, y, además, pueden tener una segunda ocupación o les puede entrar plata de derechos de autor, pero los técnicos que trabajan ahí un día le venden un servicio a un artista y otro día a otro, y en este escenario no tienen posibilidad». Según el autor, algunos hablan de que muchos recursos humanos se están yendo a otros sectores de la economía, a trabajos que no requieren mucha capacitación: «El problema es que, cuando el sector vuelva, se habrán perdido algunas capacidades. El sector de la música se había profesionalizado mucho en la división de tareas. Esos roles, a medida que no pueden trabajar, buscan otras posibilidades de trabajo».

Los datos que tenemos de la Cuenta Satélite de Cultura son de 2009, 2012 y 2016, y nos dicen que «venían en aumento la cantidad de entradas y la cantidad de facturación». En 2016 se facturaron aproximadamente 35 millones de dólares: «De los cuales 21 son de la música por concepto de taquilla y un porcentaje importante, estimamos un 40 por ciento,  se corresponden con los cachet de los artistas internacionales. Además, en todo el sector artes escénicas se vendieron 1,5 millones de entradas». En un comunicado dirigido al presidente de la república, Luis Lacalle Pou, el colectivo Uruguay Es Música asegura que desde el 8 de julio se realizaron 900 shows con un estimado de 100 mil espectadores: «Imaginate 100 mil entradas comparadas con 1,5 millones. No existe. El sector está en emergencia». En el mundo se están planificando eventos para fines de 2021, por lo que la situación se vuelve muy difícil de sostener: «Con shows de 100 personas, sin giras, es muy complicado». Según Traverso: «Lo que se ve en el mundo es el subsidio. No creo que la cuestión sea subsidio sí o subsidio no, sino cómo otorgar un subsidio eficiente, que le llegue a gente que realmente lo necesita. Me parece que ese es el problema a pensar». La situación se agrava en este período del año, porque es el momento de mayor número de espectáculos en comparación con el invierno: «No digo que haya que hacer festivales multitudinarios, pero por lo menos darle alguna posibilidad al sector para que siga funcionando y las personas sigan con su vida normal».

LA PALABRA DE LAS AUTORIDADES

A la pregunta de Brecha de si se pensaba otorgar un subsidio a los trabajadores afectados, la directora nacional de Cultura, Mariana Wainstein, respondió: «En la Dirección Nacional de Cultura [DNC] trabajamos con los instrumentos que tenemos. Estamos hablando de temas que tienen que ver más con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social [MTSS]». Al respecto, el ministro de la mencionada cartera, Pablo Mieres, dijo a este semanario: «Tuve una reunión con el grupo Hacemos Eventos, que congrega un conjunto de colectivos relacionados con distintos tipos de trabajadores de la cultura. Me planteó la posibilidad de volver a otorgar un subsidio como el que hubo para artistas a mediados de año. Y, bueno, es un tema del que tomamos nota. Queremos ver si se puede impulsar. Se ha producido una situación complicada y vamos a buscarle la vuelta». Cuando se le preguntó si había hablado del tema con el presidente, respondió: «No, no. Lo que hubo fue esa reunión con estas personas. Y, obviamente, su preocupación es muy lógica. Vamos a ver cómo podemos responder. No hay nada definido. No quiero generar una expectativa que no corresponde».

Wainstein detalló los instrumentos con los que se ha consolidado, durante el año, el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura para el sector: «Seguimos trabajando con el fondo cultural que armamos cuando comenzó la pandemia. Vamos a apoyar a las salas pequeñas con el proyecto de butacas solidarias, que implica un complemento para los espectáculos que se hicieron entre julio y diciembre en salas de menos de 300 butacas. Vamos a hacer un rápido relevamiento para ver de cuántos artistas estamos hablando. Y, con el fondo solidario Ruben Melogno, vamos a apoyar a los artistas. Teníamos dos proyectos; uno de ellos tenía que ver directamente con que los músicos realizaran funciones en la costa en lugares abiertos. Eso lo tenemos en stand by hasta ver qué pasa con el protocolo al aire libre». Acerca de las posibles características de ese protocolo, afirmó: «Está presentado desde principios de diciembre y esperando su salida. En el momento en que iba a salir, hubo un brote y se revirtió la situación sanitaria. No descartamos que se apruebe, aunque sea de forma restringida».

El fondo solidario Ruben Melogno ha sido una de las herramientas fundamentales de la DNC para enfrentar la situación: «Hemos hecho llamados a artistas docentes. Se presentaron 684 y premiamos a 100 con 10 mil pesos para cada uno. Compramos 11.700 entradas para cuando termine la pandemia. Dimos un apoyo directo a quienes planteaban que era su único trabajo. Y también fue un gran apoyo pagar todos los fondos que se adeudaban de 2019. También llamamos de nuevo a todos los fondos –los concursables, los regionales, los Fondos de Estímulo a la Formación y Creación Artística– y los pagamos este año. En algunos casos hicimos modificaciones para ayudar a más gente. Por ejemplo, en el Premio Nacional de Artes Visuales, en lugar de dar un gran premio y otros menores, dimos cinco premios iguales de 150 mil pesos. Esa fue una medida tomada para adaptarse a la realidad de la pandemia».

EL IMPULSO DEL SECTOR AUDIOVISUAL

No todos los trabajadores de la cultura se encuentran en la misma situación. Quienes han visto aumentadas sus posibilidades han sido los técnicos del rubro audiovisual, ya que este año ha habido más rodajes que en 2019. «Viene un año lleno de trabajo para el cine. Queremos asegurarnos de que eso derrame en otros lugares que no sean exactamente las productoras, como los actores, los guionistas y los técnicos uruguayos. Hicimos un convenio interesante con el Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional], que va a emplear a técnicos en iluminación y en sonido para que den capacitaciones en todo el territorio nacional. Varias productoras internacionales quieren instalarse acá, por lo menos por varios meses: Amazon, Netflix, Telemundo, de Miami. También está el PUA [Programa Uruguay Audiovisual], un apoyo del Estado de 7 millones de dólares para la industria. Parte de eso se va a destinar a motivar a empresas internacionales que vengan a producir acá y parte de eso se va a destinar a apoyar directamente a las empresas nacionales que coproduzcan con empresas internacionales», aseguró Wainstein.

Consultado al respecto, Daniel Fernández, vocero de Gremiocine, declaró: «Nuestro sector tiene un montón de dificultades, pero mucho trabajo con las series y demás. Hay casi 460 empleos directos, casi la totalidad de nuestro sector. De cualquier forma, hay pequeños bolsones de compañeros que no pueden trabajar por diferentes circunstancias, algunos afectados por el covid. Entonces, cuando hubo paro total, los trabajadores activamos un fondo solidario, con dinero propio y aportes varios, fundamentalmente de la Intendencia de Montevideo. Ahora reactivamos el fondo porque pensamos que son fechas difíciles».

Los trabajadores que no han obtenido respuesta son los de las salas de cine, que también permanecerán cerradas, en principio, hasta mediados de enero. Todo indica que el rubro de la producción se seguirá moviendo, pero, en cuanto a la distribución y la exhibición, la situación es muy preocupante. Consultada al respecto por La Diaria,2 la directora de Cinemateca, María José Santacreu, fue categórica: «Nos mata. La verdad es que nos mata. […] Ya fue difícil el año y cerrar en este período, en el que se renuevan [las suscripciones] semestrales y anuales, es letal».

OTRAS INSTITUCIONES

Dada la situación general de desamparo, varias instituciones de la cultura han pasado el año tratando de dar respuestas a los trabajadores. Diego Drexler, secretario general de la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU), dijo a Brecha: «Desde marzo venimos entregando por mes alrededor de 60 o 70 canastas de alimentos y artículos de limpieza. Como los autores dejaron de cobrar los derechos, pensamos un sistema de adelantos con el cual puedan retirar algo mensualmente. El SINAE [Sistema Nacional de Emergencias] nos dio 1.250 canastas, que ya entregamos a todos los socios. También presentamos un proyecto al MTSS, que nos dio 300 subvenciones. Ya hicimos el llamado, tenemos las listas y estamos esperando que habiliten los pagos, que son dos, de 6.870 pesos durante dos meses. A la vez, estamos reglamentando nuevos sistemas de adelanto de pagos por derechos. AGADU tiene aproximadamente 13.500 socios. El monto depende de los promedios de la recaudación de cada socio. Otra cosa que tenemos es el reconocimiento autoral, mal llamado pensión, que se empieza a cobrar después de los 65 años. Eso es muy importante, porque muchos socios no tienen jubilación. Incluso, hemos hecho un acuerdo con el MIDES [Ministerio de Desarrollo Social], porque hubo situaciones en las que tuvimos que trabajar con asistentes sociales. Es muy complejo: los autores están muy desamparados». En cuanto a la posibilidad de mantener las ayudas en el futuro, comentó: «El escenario es muy complejo, porque el plan que hicimos para salir adelante con esta crisis fue hasta setiembre, después pensamos que se terminaba en diciembre y ahora estamos pensando en marzo, abril. Nos vamos desfinanciando porque están cerrados todos los lugares. Y si no hay actividad, AGADU no cobra y tampoco cobran los autores».

En la Sociedad Uruguaya de Artistas Intérpretes, la situación también es apremiante. Su presidenta, Marihel Barboza, dijo a Brecha: «Tenemos un fondo de ayuda social, al que le  sumamos dinero del bolsillo de cada uno de los consejeros para repartir entre los socios. No hemos podido abrir las becas de perfeccionamiento artístico. Igual, estamos pagando los derechos que se generan cada seis meses –en este momento, lo generado entre enero y junio–, pero tenemos una baja sustancial en la recaudación». En el mismo sentido se expresó Fernando Ximénez, presidente del Fondo Nacional de Música (FONAM): «El FONAM se nutre, fundamentalmente, de determinado porcentaje del borderó de los artistas extranjeros, que es un 5 por ciento. Cuando actúa como telonero un artista nacional, ese porcentaje baja al 3 por ciento. Como te imaginarás, este año fue de escasísimos espectáculos con artistas extranjeros». A la pregunta de si la institución tenía pensado instrumentar alguna ayuda extraordinaria, respondió: «Seguiremos otorgando a los músicos la ayuda habitual. No hemos evaluado ampliarnos hacia otro tipo de ayuda».

De todas maneras, en relación con el futuro, Wainstein cerró diciendo que veía una gran unidad en los sectores de la cultura: «Vamos a unirnos, a no hablar todos a la vez, a no protestar todos a la vez. Estamos haciendo todo lo posible para que el impacto sea menor. El diálogo es continuo, las puertas están abiertas. Por supuesto que si algún grupo quiere mandar una carta directamente al presidente, tiene todo el derecho del mundo, como en cualquier democracia. Me encanta que Uruguay sea así. Es una de las razones por las que me gusta este país. Todos pueden hacer lo que quieran».

¿QUÉ DICEN LOS TRABAJADORES?

Alicia Dogliotti, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Actores, señaló que es un sector en el que hay mucha informalidad, mucho pluriempleo y «mucho trabajo eventual». Cuando se detienen los espectáculos en vivo, «no es que se detiene el teatro»: «Va más allá de la sala teatral: son los festivales, los recitales, la danza, tradicional o contemporánea». Si bien asegura que los trabajadores entienden las particularidades de la situación sanitaria, remarcó que no hubo focos de covid en ninguna sala teatral. En su opinión, el sector cultural merece «una atención más detallada, por las peculiaridades del trabajo, los horarios, los días de la semana, que son diferentes». Afirmó que han mantenido una comunicación fluida con el Poder Ejecutivo: «Pero no hemos tenido un ida y vuelta. No hay un sentarnos a trabajar juntos. Al gobierno le cuesta entender que no somos el enemigo». Por último, en medio de serias dificultades y acciones concretas, como el reparto de canastas, el sector se ha unido y se ha consolidado en la Intersocial de Cultura.

El colectivo Primer Ensayo, que surgió este año, a raíz de las condiciones causadas por la emergencia sanitaria, ha realizado una serie de performances: «Intentan visibilizar, ante la sociedad y ante el gobierno, nuestra situación de precariedad y vulnerabilidad, y generar distintos espacios de lucha, más allá de los sindicatos». Para Victoria Cestau, las medidas recientes dejan a algunos de sus compañeros «en una situación de extrema emergencia»: «Hay gente que se ha quedado sin vivienda o sin poder alimentar a su familia». Para Primer Ensayo, es muy importante resistir y «tender una red cultural más grande, que vaya mucho más allá de Montevideo». El colectivo entiende que está frente a «un gobierno ausente», que no ha ofrecido opciones ni propuestas concretas.

La Federación Uruguaya de Músicos (FUDEM), con unos 16 mil asociados y asociaciones en todo el país, está trabajando desde el comienzo de la emergencia sanitaria. Así lo plantea su presidente, José Luis Azaretto: «Nos pusimos a trabajar en un proyecto que se llamaba Músico en Casa, un proyecto del Agremyarte [Sindicato de Músicos y Anexos de Montevideo]. Ahí ayudamos a 200 compañeros con un apoyo económico, no con canastas». Para la FUDEM, la pandemia ha afectado de manera diferencial al interior del país. En ese caso, las asociaciones han trabajado con las intendencias para repartir canastas entre los artistas más afectados. Pero insiste en que lo importante «no son las canastas, sino que el sector empiece a trabajar». Las nuevas medidas del Poder Ejecutivo encuentran al sector «muy mal», porque, además, «es en las fiestas que mucha gente puede trabajar y agarrar un mango». El comunicado del Consejo Federal reclama que se realicen espectáculos al aire libre, pero también que los trabajadores de la cultura sean considerados tales, con sus obligaciones y sus derechos: «Nosotros no podemos estar con los ojos cerrados respecto a lo que pasa en el país, pero se podrían habilitar, bajo ciertas condiciones, los espectáculos al aire libre». En algunos casos la situación es dramática: «El dolor más grande se siente cuando ves a compañeros que hasta venden instrumentos porque ya no pueden aguantar».

1.  Disponible en Claeh

2.  Disponible en La Diaria

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