Lejos han quedado los días del V Congreso Extraordinario del Frente Amplio de 2008, cuando en su documento final se estableció: “En general, promover las iniciativas de innovación tendientes a fortalecer la capacidad de autoabastecimiento de nuestro país, que aporten sustantivamente a la independencia tecnológica y que actúen esencialmente en las áreas de energía, industria agroalimentaria, recursos naturales, desarrollo social, Tic y transformación del Estado, entre otros”.
Esta fue la línea que, un año antes, había llevado al primer gobierno de Tabaré Vázquez a inclinarse por las computadoras portátiles del programa One Laptop per Child cuando se implementó el Plan Ceibal, es decir, el uso de software de código abierto, máquinas “fuera del mercado”, es decir, independencia de las grandes corporaciones de productos informáticos tanto en el hardware como en el software.
¿Cómo se llega de aquella idea con un fuerte acento en la soberanía tecnológica al anuncio de que Google y sus productos estarán, a partir de ahora, en todas las aulas?
NINGÚN ALMUERZO ES GRATIS. Una de las razones esgrimidas para la firma del acuerdo es la gratuidad del servicio, aunque a nadie se le escape que el precio se paga por otro lado. Un precio que el presidente del Plan Ceibal, el ingeniero Miguel Brechner, tiene muy claro, en la medida que lo describió detalladamente en la entrevista que le realizó Emiliano Cotelo en su programa En perspectiva el pasado 25 de mayo. A saber: no tener control sobre lo que Google haga con los datos que recopila a partir del uso de sus servicios,1 hacerle el juego a una corporación en la cooptación del mercado para sus productos,2 y la posibilidad de que Google quede en una posición inmejorable para ingresar al Plan Ceibal con sus chromebooks.3
Sin embargo, Brechner parece considerar estos ítems parte de una realidad de la que es imposible extirparse: así funciona el mundo, aunque nos repugne lo que pueda tener de malo.4
El chirriante abandono de la filosofía inicial del plan llevó a un grupo de docentes a redactar un comunicado de prensa en el que se expresa preocupación por que el acuerdo con Google promueve “que la información personal que se genera en el uso de estas herramientas por parte de profesores, estudiantes, jóvenes y niños, quede almacenada en servidores que están fuera de Uruguay y en la órbita legal de Estados Unidos, fuera de la jurisdicción nacional y de la competencia de nuestros jueces”.
El prontuario de Google con respecto a sus políticas de privacidad no ayuda. De hecho, en 2014 enfrentó una demanda relacionada con sus Apps for Education ya que, a pesar de tener la opción de mostrar publicidad deshabilitada (como estará en los servicios proporcionados a los estudiantes uruguayos), escaneaba los correos de los estudiantes para crear perfiles con fines publicitarios cuando esos mismos estudiantes usaran la red fuera de clase, según reportó el Wall Street Journal.
¿PARA QUÉ FUTURO EDUCAMOS? Abran el libro de Reina Reyes en la primera página. Lean el epígrafe de Jean-Jacques Servan-Schreiber: “Los capitales americanos, la gestión americana, no se detendrán en las fronteras de la cultura. Ningún temblor sagrado impedirá a los managers franquear el umbral de nuestro santuario. Adquirirán la mayoría y el poder en sociedades que dominen el mercado de la prensa, del libro, del filme, del disco, y que controlen mañana la producción de los programas de televisión. Las fórmulas, si no el detalle, serán importados. Los sistemas de educación en su sentido más amplio, es decir, los canales de comunicación por los cuales se trasmiten hábitos, se crean modos de vida y de pensamiento, serán dirigidos desde afuera”.
Supongamos que el derecho de los estudiantes a no ser escaneados para venderles algo nos importe poco. O que no nos preo-cupe mucho que Google nos quiera vender el próximo millón de laptops y nos condicione “sutilmente” a ello. Aceptemos, incluso, que sea Android el sistema operativo (SO) de las ceibalitas (ya lo es de las tablets y también del último modelo de las XO), un SO de código abierto “salvo en las partes buenas”.5
Porque lo más preocupante de todo este asunto es la pregunta que hacía Reina Reyes en su ensayo de 1970 y sobre lo que alertaba desde el epígrafe y que, a través de este acuerdo, se estaría metiendo no ya en “los sistemas de educación en el sentido más amplio”, sino directamente en la escuela. Algo que, en sus respuestas, Brechner no incluye como parte del “precio colateral” que la educación pública uruguaya estaría pagando, sino que se considera, más bien, el beneficio.6
También el comunicado de los docentes plantea esa pregunta: ¿qué políticas educativas y tecnológicas justifican el acuerdo Anep-Google?: “No parece bien fundamentado el uso de las herramientas de correo y almacenamiento en nube de Google como tecnologías educativas, ya que de por sí no lo son”.
No, no lo son. Pero Google tiene una idea muy clara de para qué futuro educa, una idea que la Anep y el Plan Ceibal parecen haber hecho propia con entusiasmo.
El artículo de Wired del 8 de mayo pasado, titulado “Google corteja a los maestros del mundo con una conferencia gigante a través de la web”, comienza: “Google quiere que las escuelas usen sus productos, pero es más que eso, quiere asegurarse de que los usen de la manera correcta”. Y para ello diseñó la conferencia Education On Air, que reunió a 43 mil educadores de 12 países a lo largo de dos días.
La conferencia, que puede verse on-demand y que dura cinco horas y media, comienza con las palabras de Michelle Obama. Luego se explica que el objetivo es responder la pregunta de cómo preparar a los estudiantes de hoy para ser los líderes digitales del mañana, “dejando de lado nociones educativas de hace cientos de años, como la memorización, la evaluación y la idea de que hay siempre una respuesta correcta para las cosas, e introduciendo nuevos conceptos en el aula, como ‘habilidades para la vida’, ‘enseñar mentalidades’, ‘resolución de problemas’ y ‘liderazgo estudiantil’”. Para ello Google comisionó a la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist para investigar cuáles son las habilidades que se necesita enseñar a los estudiantes de hoy para prepararlos para el futuro. Y la conclusión del “brazo de investigación de The Economist” es que los empresarios creen que deberían tener más injerencia en qué cosas se les enseña a sus futuros empleados: “La habilidad para resolver problemas, el trabajo colaborativo y la comunicación son las habilidades que más se necesitan en el lugar de trabajo, pero la educación no está proporcionando estas capacidades del siglo XXI”.
Las Google Apps for Education estan orientadas hacia estas habilidades. Google Docs (documentos), Google Sheets (planillas), Slides (presentaciones gráficas), Calendar (agenda), etcétera, son, básicamente, herramientas para trabajar colaborativamente en las empresas. Son las mismas herramientas que Google vende luego a éstas bajo el nombre Google Apps for Work. De hecho, Google ni siquiera se toma el trabajo de adaptar sus demos promocionales para mostrar cómo pueden ser útiles para la educación, porque en realidad lo que se enseña es a usar las herramientas. Si se mira el demo de los Hangouts (una aplicación para chat y videollamadas), el ejemplo dice: “Estamos listos para la videoconferencia, el cliente está ahora online”. Las carpetas que se comparten en el demo del Google Drive llevan nombres como “negocios” o “clientes”. La colaboración que se muestra en el de los Google Docs es para organizar un catering empresarial para 100 personas.
¿Para qué futuro educamos? A partir de ahora, se ve que para el de la “misión, visión y valores” de los empresarios de las multinacionales. Con la bendición de la primera dama de Estados Unidos.
Ni en tus peores pesadillas, querida Reina.
1. Brechner relativizó este problema, o al menos lo extendió a todo el universo conocido “Sí, como lamentablemente no se sabe qué uso se le da a la información sobre salud en los servidores de los sistemas de salud, no se sabe qué uso se hace de los datos bancarios de cada uno (…)” etcétera.
2. “A Google le importa que cualquier estudiante en el mundo use Gmail y no Hotmail o cualquier otro mail de los grandes. Google tiene una estrategia comercial, probablemente lo que gana en publicidad le dé para subsidiar muchos de los servicios que presenta a otros sectores de la sociedad.”
3. “Google tiene unas laptops especiales que no fabrica pero pone las especificaciones y la mayoría de los fabricantes del mundo las usan. Todavía no se han presentado en las licitaciones pero me imagino que se van a presentar.”
4. Ante la pregunta sobre la publicidad individualizada que realizan Google y otras plataformas, Brechner contestó: “individualizada no sólo por tus datos económicos, que se tienen, sino por tu comportamiento. Son temas profundos que me chocan, y yo he estado en la tecnología ya más de 40 años”.
5. Se debería escribir otro artículo sobre las implicancias del uso de Android, su papel en la “guerra de los smartphones” y el modelo de negocios de Google. Para el interesado, vale la pena leer el artículo de Ars Technica sobre Android y las apps de Google Play. También el artículo de Bill Gurley en Above the Crowd “The Freight Train that is Android” y otros dos de su autoría: “Android or iPhone? Wrong Question” y “Google Redefines Disruption: The ‘Less Than Free’ Business Model”.
6. Brechner detalló a En perspectiva que lo bueno del acuerdo, además del espacio ilimitado en la nube, era “una serie de otras herramientas de trabajo colaborativo, como planilla electrónica, procesador de texto, una aplicación para hacer presentaciones, que funcionan muy bien en un ambiente colaborativo”.