María José y Daniel representan a esos rostros que no aparecen en las guías turísticas de España. Esta pareja de Granada (Andalucía) lleva desde 2012 sin trabajo. Hace unos meses el Bbva les dejó sin vivienda. Ya no tenían dinero para pagar la hipoteca. Hoy forman parte de la lista de desalojados por el sistema bancario. Son pobres, y los pobres –dicen los bancos– deben ser expulsados de sus viviendas si no tienen cómo pagarlas. Da igual si tienen hijos. O si caen en una depresión terrible, de esas que acaban en suicidio. En los últimos seis años unos cuarenta españoles optaron por matarse cuando iban a perder su vivienda. Algunos, como la vizcaína Amaia Egaña, saltaron al vacío en el momento en que iban a ser desahuciados.
Hace algunos días España conoció otros datos que tampoco figurarán en las ofertas de las agencias de viajes: la pobreza sigue aumentando. Lo confirmó un estudio que acaba de presentar la filial de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (Eapn). El informe, que abarca el período 2009-2015, advierte sobre “un empeoramiento generalizado de la situación social en todo el Estado. El incremento reciente de ciertos indicadores macroeconómicos sólo consigue mantener la desigualdad y no se traduce en una mejora de las condiciones de vida de la mayoría de las personas que viven en España, incumpliendo los objetivos sociales previstos en la Estrategia Europa 2020”, señala. La Eapn no dudó en hacer una afirmación rotunda: “en España no sólo no se ha avanzado en la reducción de la pobreza y la exclusión social, sino que éstas han aumentado considerablemente”. Hoy, 13.334.573 personas, 28,6 por ciento de la población, viven en riesgo de pobreza o exclusión social. España es el tercer país con mayor desigualdad de la UE, después de Rumania y Serbia. Unos 3,5 millones de personas están en situación de pobreza severa. Dicho de otra manera, sobreviven con 333,8 euros al mes, menos de lo que cuesta un alquiler promedio.
La pobreza golpea especialmente a las familias monoparentales, que en un 50,1 por ciento están en riesgo de pobreza o exclusión social. Los números son aun peores cuando los hogares están encabezados por mujeres. “Hay 16 puntos de diferencia según el sexo”, explica una de las autoras del estudio, la argentina Graciela Malgesini, responsable de Asuntos Europeos e Incidencia Política de la red. “En los casos de familias monoparentales encabezadas por hombres, el porcentaje baja hasta el 32. Esto se explica, entre otras cosas, porque las mujeres cotizan menos años y tienen trabajos a tiempo parcial para poder cuidar a sus hijos.”
Los inmigrantes también están en el foco de la miseria. “Todas las cifras son peores para las personas de fuera de la UE. En esos casos la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social pasó del 55 al 64 por ciento entre 2014 y 2015.” Ese porcentaje se ubica en el 40 para los inmigrantes de otros países de la UE, lo que lleva a la experta a sostener que en España “hay un clarísimo empobrecimiento etnizado”.
Las tasas más altas de empobrecimiento están en el sur del país. Andalucía es una de las comunidades más grandes, y también más pobres. Si los andaluces se miran en el espejo de Europa, verán que están por debajo de Rumania o Bulgaria. En la otra punta están Navarra y el País Vasco, aunque eso no significa que allí estén libres de la injusticia social: 81 mil vascos se las arreglan con 332 euros al mes.
El estudio de la Eapn también arroja otro dato alarmante: ya no hace falta estar sin empleo para vivir en condiciones extremadamente difíciles. “Hay adultos con trabajos o pensiones en el 14,9 por ciento de los hogares pobres”, señala el documento. En 2013 eran el 11,3 por ciento. La explicación está en la precariedad laboral instalada por el gobierno del PP y el empresariado. “La situación de pobreza que vivimos en España es consecuencia directa de la ausencia de una política clara de lucha contra esta situación, que se traduce en un empeoramiento paulatino de las condiciones de vida de la mayoría de la población”, afirma Carlos Susías, presidente de la Eapn en España.
El informe advierte que “otro año más, el riesgo de pobreza y exclusión social afecta a más de tres niños y niñas de cada diez en España”. Meses atrás, la Ong Save The Children ya había alertado que 2.461.008 infantes “viven en hogares cuyos ingresos están por debajo del umbral de pobreza”, mientras que 2.860.091 se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión: nada menos que el 34,4 por ciento de la población infantil.
Malgesini aporta otra información que no tiene nada de casual: “Desde que empezó la crisis, España ha perdido casi tres millones de personas. Entre ellas 150 mil niñas y niños con nacionalidad española que marcharon a los países de procedencia de sus padres”. Se calcula que entre 2012 y 2014 emigraron medio millón de jóvenes. Muchos están en América del Sur.