Formada en 2009, la Coalición de la Flotilla de la Libertad de Gaza es una iniciativa lanzada por activistas internacionales de diversas organizaciones, y consiste en un grupo de embarcaciones cargadas con materiales de ayuda humanitaria que navega en dirección a la franja de Gaza, desafiando el bloqueo con que Israel asedia la zona. En la Franja de Gaza, que se ha descrito como una inmensa prisión al aire libre, viven hoy cerca de dos millones de palestinos. En mayo de 2010 zarpó la primera de las flotillas, más de 600 activistas de casi 40 países del mundo dentro de seis barcos, llevando consigo unas 10 mil toneladas de ayuda humanitaria. Pero las embarcaciones fueron asaltadas en la madrugada del 31 de mayo por las fuerzas israelíes, quienes hirieron a docenas de personas y provocaron la muerte de diez activistas turcos; algunos de los detenidos fueron arrestados e incluso torturados en el puerto israelí de Ashdod.
Como demostrando que la represión fue poco disuasiva, estos ataques no evitaron que el año siguiente, en junio, saliera una segunda flotilla hacia Gaza, pero esta vez con una decena de barcos. Las embarcaciones fueron interceptadas por el gobierno griego bajo indicaciones israelíes, lo cual supuso que el bloqueo israelí se extendiera de facto al resto del Mediterráneo, vulnerando la soberanía nacional de varios países de la Unión Europea.
En 2012 el velero Estelle lideraba la columna, partiendo desde Suecia en dirección a Gaza, pero esta vez haciendo escala en los puertos del Báltico, Atlántico, Cantábrico y Mediterráneo; en cada parada se llevaban a cabo eventos, conciertos, proyecciones y charlas de concientización. El Estelle tampoco llegó a destino, fue atacado en aguas internacionales por los comandos israelíes. Sus tripulantes fueron detenidos y encarcelados por unos días. En 2014 otro barco, el Arca de Gaza, suponía una iniciativa y una estrategia diferente: esta vez se pensaba hacer frente al bloqueo zarpando mismo desde Gaza, con la intención de partir hacia el Mediterráneo. Cargada de productos autóctonos, la embarcación saldría con la idea de poder comercializarlos en otros puertos. Pero el barco ni siquiera consiguió salir del puerto; fue bombardeado durante la operación militar sobre Gaza, en julio de ese año.
En 2015, el buque Marianne, cargado con paneles solares y ayuda médica, salió acompañado de tres veleros en los que, además de viajar los representantes de los movimientos sociales de apoyo a Palestina, acompañaban parlamentarios (entre ellos, una eurodiputada) y periodistas. Esto también supuso una estrategia más interesante, ya que se obtenía una mayor difusión y la denuncia del bloqueo se volvía más contundente. Ese año la flota también fue abordada por el ejército israelí.
En siete años, la Flotilla de la Libertad ha conseguido cierto reconocimiento, y ha afinado una puesta en práctica por la que obtiene cada vez una mayor visibilidad internacional. Este año fue el turno de la iniciativa “Mujeres rumbo a Gaza”: dentro del Zaytouna-Oliva –barco principal– viajó una delegación de 13 mujeres activistas, entre las que se destacaron la fotógrafa y escritora española Sandra Barrillaro, la diputada argelina Samira Douaifia, y la irlandesa Mairead Maguire, premio Nóbel de la Paz. Este miércoles 5 las mujeres fueron arrestadas ilegalmente en aguas internacionales, y retenidas por unos días en la cárcel israelí de Givon. Pero los respaldos a la Flotilla de la Libertad son cada vez más numerosos; este año la cantante Patti Smith y el grupo Pink Floyd manifestaron públicamente su apoyo a la iniciativa.
Las asociaciones que despliegan los emprendimientos son conscientes de que llegar a destino es virtualmente imposible, pero aun a sabiendas de esto, el objetivo de la Flotilla de la Libertad es “seguir denunciando la impunidad con la que Israel actúa, ignorando la legalidad internacional y el respeto de los derechos humanos”, así como “visibilizar el colaboracionismo de aquellos países que por acción u omisión son cómplices de la ocupación y el bloqueo”.