Hasta ahora nadie sabe exactamente por qué, pero los números son elocuentes: a partir de 2020 se registró un aumento llamativo a nivel nacional de los episodios conocidos como muertes dudosas. La tendencia volvió a consolidarse, incluso con mayor notoriedad, en 2021. La información surge del Observatorio sobre Violencia y Criminalidad, principal órgano estadístico del Ministerio del Interior (MI). Según la respuesta a un pedido de acceso a la información pública que solicitó Brecha, los casos ocurridos en 2020 crecieron más del 50 por ciento con respecto a 2019 y registraron un salto con respecto a los años anteriores. Los departamentos que apuntalaron el crecimiento son Montevideo, Canelones y Maldonado.1
Lo que no es tan elocuente es la definición de esa categoría. Se trata de un criterio de clasificación utilizado por el observatorio para describir todos aquellos eventos fatales que, aunque reúnen méritos para ser investigados, no tuvieron aún un desenlace judicial. El concepto es utilizado por el MI y por la fiscalía. No obstante, es mirado con recelo –por falta de precisión– por otros actores también involucrados en el esclarecimiento de este tipo de fenómenos, como la medicina legal.
El sociólogo Javier Donnangelo, director del Departamento de Estadísticas y Análisis Estratégico de la cartera, aportó a Brecha algunas pistas para conocer los términos de la definición oficial de muerte dudosa: «Es una categoría que crea la unidad funcional que tiene intervención directa en cada caso, según los elementos que están disponibles para las personas encargadas de la investigación correspondiente. Es decir, el equipo que investiga, integrado por la Policía y por el fiscal, con la primera subordinada al segundo».
Al consultarle por el tipo de hechos que caen bajo esta categoría, el sociólogo afirmó: «Es muy variado. En general, no suelen ser muertes violentas. Es muy común que se pongan allí suicidios, por ejemplo, que dejan algún margen de duda, en los que la información disponible no es absolutamente concluyente. Por resquicios de dudas que puedan existir, se les asigna ese título. Y, ante otro tipo de pruebas, la carátula puede cambiar. Puede haber también algún accidente doméstico; es el caso de personas que viven solas y aparecen muertas, con algún signo de algún traumatismo, en fin… Ese tipo de circunstancias. Son situaciones en las que no se puede establecer, concluyentemente, la causa de la muerte. Con frecuencia, existe una sospecha fuerte, pero no hay certeza inicial».
Tal como indica el sociólogo, la carátula de muerte dudosa –inscrita originalmente por la Policía en el sistema informático y luego trasladada a las estadísticas– puede cambiar conforme la investigación fiscal avance en un esclarecimiento del hecho. Donnangelo afirma: «Los fiscales tienen acceso al sistema informático de la Policía y lo consultan de forma permanente. Entonces, esta tipificación es de manejo común. Ellos están al tanto. De hecho, uno de los criterios que utiliza la Policía para caratular los delitos es el parecer del fiscal». Antes de convertirse en cifra, cada episodio caratulado de esa forma recorre un derrotero particular en las fiscalías.
FISCALES
Sucedió hace poco. Hacía dos días que llamaba por teléfono a su madre, sin suerte. La falta de respuesta comenzó a preocuparlo, por lo que decidió ir a visitarla. Abrió la puerta de la casa, entró y la llamó varias veces, pero nada. Revisó el cuarto, el comedor. Nada. Hasta que abrió la puerta del baño. Allí encontró a su madre, tirada en el piso, sin vida. Este tipo de casos suelen catalogarse como «muertes sin asistencia» (otra de las calificaciones en boga). En estas situaciones se da cuenta también a la Fiscalía de Flagrancia, que ordena las primeras medidas: dilucidar si hay signos de lucha, desorden, puertas rotas, apertura de ventanas. Si no existen indicios de nada de esto, se entiende que se trató de una muerte por causa natural, lo que deberá ser corroborado por un médico forense; la respuesta puede demorar unas 24 horas. Y el caso se da por cerrado. Como estos, se producen unos diez casos por día, solo en Montevideo, según contaron fuentes judiciales a Brecha. Si se encuentran pruebas que orienten hacia la hipótesis de una muerte violenta con participación de terceros, pasa a la Fiscalía de Homicidios.
«Justo ayer de noche tuve un caso», recordó, en conversación con el semanario, el fiscal de flagrancia Fernando Romano. Apuntó: «La muerte dudosa es un hecho policial, lo tipifica así la Policía, originalmente, ante la duda. “Mire que tengo una muerte dudosa, acá”, informan. Hay algunos indicios: sangre en tal lugar, el cuerpo aparece de determinada forma, etcétera. Después de eso, lo primero que se hace es pedir una intervención de la Policía Científica y se dispone un examen forense. Si todo indica que es un homicidio, en Montevideo, pasa a alguna fiscalía especializada en homicidios». Romano asume que los casos que le han tocado han sido escasos.
Los tres fiscales especializados en homicidios de Montevideo apuntaron al semanario que varios casos de muerte considerados dudosos caen en la égida de las fiscalías de flagrancia cuando ni siquiera se sabe aún si configuran un homicidio. Según la fiscal Adriana Edelman, «en general, con relación al concepto de muerte dudosa, la duda básica es si se trata de un homicidio, un suicidio o una muerte natural en condiciones en las que no había nadie o en un contexto por el estilo. También puede haber un cuerpo en avanzado estado de descomposición». En ese caso, el informe forense es determinante.
La doctora Mirta Morales, especializada en homicidios, explicó que su fiscalía también recibe casos solamente cuando hay una certeza firme sobre la muerte por causa criminal o aquellos en los que las características de la muerte «no cierran» y surgen dudas fundadas sobre el motivo de la muerte. Para esto –como se afirmó– es clave, para el futuro de la indagatoria, contar con una pericia forense que defina cuál es la causa directa. Pero también recopilar y analizar todo el material que permita, de una u otra forma, identificar a la persona –en particular en casos de personas no identificadas o NN–, de forma de avanzar sobre su historia y determinar qué pudo haber pasado. También un análisis del cuerpo o de los huesos, cuando los restos están en estado de descomposición: «Aun en los huesos se podrían encontrar rastros de un disparo, por ejemplo», recordó. Luego se pueden tomar dos caminos: si no surge información concluyente sobre el motivo de muerte, la pericia establece el concepto de «muerte por causa indeterminada». En caso contrario, si el dictamen indica que se trata de una muerte violenta –eventualmente un homicidio–, la indagatoria se continúa bajo esa hipótesis.
Los casos de muerte por causa indeterminada, según el fiscal Carlos Negro –también de la misma especialidad–, «son casos en los que, aun con una pericia de una junta médica, no sabemos si fue un homicidio o no», señaló. Pero pueden también caer en las fiscalías de homicidios porque, en general, se trata de casos en los que existe una duda razonable para pensar en una muerte violenta ocasionada por terceros. La duda puede explicarse por diversos motivos: el lugar donde fue hallado el cuerpo, la forma en que apareció, la edad de la víctima, el entorno del hallazgo, si existía una denuncia sobre su desaparición, todo lo cual induce a que, en una primera aproximación, se pueda entender que allí ocurrió un homicidio. «Es decir, si la autopsia no es concluyente, se considera que es una muerte indeterminada y se abre una investigación bajo esa hipótesis, recopilando todos los elementos que puedan aportar información sobre cuál puede haber sido el hecho desencadenante de la muerte», sumó el fiscal. Aunque puede ocurrir también que la investigación no llegue a ningún puerto y el hecho continúe apareciendo como muerte dudosa en el sistema informático, de donde luego se nutren las estadísticas.
FORENSES
Para la medicina legal el término muerte dudosa no tiene razón de ser. Una fuente calificada del Departamento de Medicina Legal de la Facultad de Medicina (Universidad de la República) explicó al semanario que este no es un concepto médico-legal. Desde este punto de vista, es necesario distinguir entre dos aspectos centrales: la causa directa de muerte (relacionada con explicaciones anatómicas, médicas, etcétera) y la etiología médico-legal (la determinación de si la muerte fue violenta –suicidio, homicidio, accidente– o natural). La causa directa de muerte es frecuentemente determinada por un examen forense. La etiología médico-legal es orientada por el examen forense, pero es determinada, finalmente, por la investigación judicial.
Para los médicos forenses que trabajan cotidianamente con este tipo de casos, nada cambió en los últimos dos años. La mayoría de los casos que ingresan a la morgue judicial acaban con un veredicto certero acerca de la causa de muerte. En conversación con Brecha, los médicos forenses del Departamento de Medicina Forense del Poder Judicial Luis Caillabet y Natalia Bazán explicaron que rara vez los científicos no logran definir la causa de muerte. Los casos en los que la causa es indefinida se cuentan con los dedos.
«Nosotros no manejamos esa categoría», declaró Bazán con respecto al concepto de muerte dudosa. «A veces –dijo–, los casos vienen catalogados de esa forma por la Policía. Es decir, nos llega la novedad policial con esa tipificación. Puede venir con carátula de homicidio, suicidio, accidente y también, a veces, ponen muerte dudosa. Porque se supone que tienen la duda de qué fue lo que sucedió. Nuestra tarea es esa: ver si en el cadáver hay indicios de violencia. Y para nosotros, desde el punto de vista científico, tiene o no tiene. Rara vez hay dudas. Y generalmente la duda es con respecto a la etiología médico-legal (suicidio, homicidio, etcétera), no respecto a la causa directa de muerte. Capaz que a nosotros nos queda la duda, a ese respecto, pero después la Justicia sigue con la indagatoria y quizás lo puede determinar. Porque el científico orienta, detallando la causa de muerte (si fue una muerte violenta o no), pero la etiología médico-legal la determinan luego el fiscal y el juez. Y nosotros no nos enteramos de cómo terminan los casos en la Justicia.»
«Habitualmente a la morgue judicial ingresan casos de homicidios, suicidios, accidentes y casos con dudas médico-legales», apunta el doctor Caillabet. «Esos para nosotros son los criterios de ingreso. Pero luego que periciamos, dejamos de tener esa duda, la despejamos. Es muy difícil que nos quede algún caso dudoso, que no sea aclarado», agrega. Caillabet –en consonancia con Bazán– afirma, además, que los médicos se limitan a llevar adelante el trabajo científico y no tienen noticias del desenlace del caso a nivel de la Justicia. «A veces podemos determinar que se trató de una muerte violenta, incluso un homicidio, pero fiscalía puede determinar otras cosas en función de sus propias investigaciones», aclara. Y añade: «Desde que está el nuevo Código del Proceso [Penal], nosotros perdimos el contacto con el desenlace del caso. El contacto con el juez, antes, era otra cosa. Ahora, a no ser que nos llamen a declarar, perdemos el desenlace».
Las fuentes consultadas afirman que puede ocurrir incluso que, a pesar de que se logre determinar la causa de la muerte a nivel forense, el caso quede inconcluso a nivel judicial, como consecuencia de que la investigación fiscal no avance. Es decir, no se logra imputar a un responsable de un homicidio, a pesar de que en los ámbitos forenses se haya llegado a la conclusión de que se trató de una muerte violenta. En estos casos, si por diversas razones no hay formalización por homicidio –a pesar del informe de autopsia–, el caso no cambia de carátula en el sistema informático del MI. Permanece como muerte dudosa y no suma en las estadísticas de homicidios, lo cual indica que es posible que haya casos de homicidios que, en virtud de que la fiscalía no logró determinar responsables, permanecen con otra carátula para las estadísticas oficiales. En 2020, las muertes dudosas representaron el 47 por ciento de los casos computados como homicidios en todo el país. En 2021, representaron el 57 por ciento del total de homicidios (véase tabla).
Sobre las hipótesis que maneja el MI respecto de este repentino salto de las muertes dudosas (al mismo tiempo que se presenta una baja en las cifras de homicidios), Donnangelo declaró: «Hipótesis no tenemos, de momento. Estamos haciendo un análisis del tema en profundidad. Una vez cumplido ese análisis, vamos a tener un panorama más claro de lo que puede haber detrás de ese comportamiento de los números. Estamos haciendo un análisis caso a caso, viendo cuál es el perfil sociodemográfico y etario de las personas muertas en esas circunstancias. Todavía es prematuro arriesgar».
1. Desde 2014, el número más alto de muertes dudosas en Maldonado había sido siete, en 2018. En 2020 fueron 18. En Canelones el mayor número se había registrado en 2017 (19 muertes). En 2020 fueron 30. En Montevideo el número más alto había sido 50 (2018 y 2019). En 2020 fueron 78.