Desde la semana pasada, centenares de miles de libaneses reclaman la dimisión del gobierno. Las protestas, disparadas por el intento de subir los impuestos, lograron unir a un pueblo hasta ahora dividido por el sectarismo y pusieron en evidencia la impopularidad actual de los liderazgos forjados durante la guerra civil.
Mohammad
Ajaaj, ciudadano beirutí de 33 años, parece
hipnotizado. “Hoy sólo importa el Líbano”, afirma sin apartar la mirada
del objetivo. Plantado encima de un puente, este trabajador de una tienda de
zapatos observa con admiración los centenares de personas que van apareciendo
por la calle de abajo camino a la manifestación.
“La gente está protestando porque
no tiene dinero para alimentar a su familia”,
argumenta Ajaaj. “Muchos pasan los días en su casa sin trabajo, elect...
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