En Kiev, Ucrania, las marchas por el orgullo gay son poco concurridas, e incluso son una práctica bastante novedosa. En 2012, el que hubiera sido el primer evento de este tipo fue cancelado por los mismos organizadores, ya que hubo varias amenazas de violencia por parte de particulares, y la policía no quiso garantizar la seguridad de los manifestantes, diciendo que “habría heridos”. En 2014 ocurrió prácticamente lo mismo, y es que la experiencia de la primera de estas marchas, ocurrida en 2013, había sido nefasta. En aquella ocasión hubo tan sólo un centenar de participantes, y una concurrencia de unos 500 contramanifestantes reaccionarios que les gritaban consignas violentas a su alrededor. La marcha pudo durar sólo 20 minutos y acabó con una docena de agresores detenidos. Y eso a pesar de que se realizó en las afueras de la ciudad, debido a una prohibición judicial de que tuviera lugar en el centro y una disposición municipal que prohibía cualquier evento no oficial en esa jornada, celebración del Día de Kiev.
Este año, ante los preparativos de una nueva Marcha de la Igualdad, volvieron a llover las amenazas por parte de los grupos radicales de extrema derecha Svodoba y Prayvi Sektor, por lo que el trayecto tuvo que mantenerse en secreto hasta último momento. Hubo varias reuniones en las que la policía trató de disuadir a los organizadores de llevar a cabo la celebración, aunque esta vez acordó protegerla. Unas 300 personas se manifestaron desde el malecón Obolonskaia recorriendo el cauce del río Dniéper, y a pesar de la presencia de unos 1.500 soldados, los ultranacionalistas arrojaron piedras, bombas de humo y petardos sobre los manifestantes y la misma policía. El resultado fue una gran batahola: el cordón policial impidió que los agresores colisionaran directamente con los manifestantes, pero el saldo de la confrontación fue de 28 arrestos y al menos siete personas heridas, de las cuales cinco fueron policías, uno de ellos de gravedad, con un corte en el cuello por el impacto de la metralla de uno de los petardos.
Algunas cifras son un elocuente medidor de los niveles de homofobia en la población ucraniana. Según una encuesta de 2013 llevada a cabo por la Gfk Ukraine, la mayor empresa de investigación de mercado del país, 79,4 por ciento de los ucranianos están en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, y sólo 4,6 por ciento se mostraron de acuerdo en legalizar este derecho. El 59 por ciento de quienes están en contra de la legalización consideran las relaciones homosexuales como inmorales y las ven como una perversión.
El periodista Dimiter Kenarov, de la revista Foreign Policy, constata que, pese a las esperanzas que la comunidad Lgtb ha depositado en los cambios recientes, “la Ucrania pos-Maidan es todavía un lugar donde la ley y el orden continúan siendo profundamente problemáticos; los servicios de seguridad no son efectivos, la agresión y el machismo militar se han convertido en parte de la vida diaria. No es la clase de atmósfera que podría hacer que los gays y lesbianas ucranianos se sintieran en un país nuevo y remodelado”.