“La ingrata” es uno de los temas más escuchados de la música mexicana de todos los tiempos, uno de los mejores de la banda Café Tacuba, y un éxito sin precedentes, que internacionalizó al grupo en el año 1993. Pero las sensibilidades cambian con el tiempo, y lo que en un momento fue pura aceptación hoy es visto de otro modo.
La letra le habla directamente a una mujer, un amor perdido; se la recrimina por la decepción amorosa y se especula sobre formas de dañarla emocionalmente. Pero si a lo largo de la canción el muy mexicano tono infantil y autohumillante llama a la conmiseración, el remate, que quizá se pretenda humorístico, es bastante más complicado. Dice exactamente: “Por eso ahora tendré que obsequiarte un par de balazos, pa que te duela. Y aunque estoy triste por ya no tenerte, voy a estar contigo en tu funeral”. Lo llamativo es que se hable tan directa y claramente de un asesinato, y de un enfermizo vínculo posesivo que recuerda a la célebre sentencia “la maté porque era mía”.
“La ingrata” fue eliminada del repertorio de la banda, y dejará de ser tocada en vivo. En México son asesinadas unas siete mujeres por día, y el grupo decidió unirse a la lucha contra el femicidio. “Éramos bien jóvenes cuando se compuso y no estábamos sensibilizados con esa problemática”, había adelantado en noviembre del año pasado el vocalista Rubén Albarrán en una entrevista al diario argentino La Nación, agregando que “mucha gente puede decir que es sólo una canción. Pero las canciones son la cultura, y esa cultura es la que hace que ciertas personas se sientan con el poder de agredir, de hacer daño”.
Las letras misóginas son una constante de la música occidental, y se podría hacer un trabajo específico sobre femicidio poniendo el foco en este aspecto. Escarbando sin demasiado esfuerzo, en el hit “Hay que pegarle a la mujer”, de Ramón Ayala, su autor declara: “De vez en diario hay que pegarle a la mujer/ para que sepa quién es el hombre/, las hembras tienden a adueñarse del poder/ y que nos manden no tiene nombre.” En la ochentosa “Si te agarro con otro te mato” Cacho Castaña amenazaba a su pareja con lo del título, y “te doy una paliza y después me escapo”; porque lo suyo era premeditado y conocía las consecuencias.