Existe tan solo un puñado de cineastas en el mundo que ha sabido crear universos propios, al punto de que con solo ver unos segundos de cualquiera de sus películas se reconoce inmediatamente su autoría. Y no se trata de que en ellas haya simplemente una coherencia formal y estilística específica, sino también un registro similar de personajes y de historias. Así, directores como Wong Kar-wai, Guy Maddin, Jessica Hausner, Lucrecia Martel y Tim Burton vienen siendo tan originales en sus creaciones, y persistentes en sus obsesiones, que sus planteos se vuelven inconfundibles. Dentro de esta raza de cineastas cabe incluir, sin lugar a dudas, al ya insoslayable Wes Anderson (Los excéntricos Tenenbaum, El Gran Hotel Budapest).
Quizá lo primero que llama la atención de su particular estilo sean l...
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