Su ficción se basó en algunas posturas feministas que, con entusiasmo, interpretaban las técnicas de reproducción asistida como aliadas en el combate a las inequidades de género, luego de que en 1978 naciera la primera “niña de probeta”. Pero si se viaja en el tiempo, desde los años ochenta hasta la actualidad pueden verse las discrepancias que ha generado la noticia, de tanto en tanto publicada por algunos medios, sobre los avances en esta materia y los efectos sociales que la invención de un útero artificial podría originar. Y es que ya en los ochenta no sólo se veía a los métodos de reproducción asistida como una herramienta de autonomía para la mujer; también había quienes interpretaban críticamente que estas tecnologías se apropiaran de la capacidad femenina de gestar y pusieran a las...
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