Las cartas de rechazo por parte de editoriales suelen ser algo inmensamente doloroso y frustrante para los escritores. Por más que estén redactadas con todo el cuidado y las buenas formas imaginables, y a pesar de que en ellas se procure no herir el orgullo de sus destinatarios, de todos modos tienen el poder de frustrar las más añorantes expectativas, de derruir esperanzas acumuladas durante meses o incluso años de arduo trabajo.
Una de ellas es más escueta y va directamente al grano: la editorial Crème de la Crime simplemente señala que “no podemos aceptar nuevas entregas por el momento. Lamento decepcionarlo. Gracias de nuevo por pensar en nosotros”. La otra, más larga y diplomática, proviene de Constable & Robinson, la cual señala entre otras cosas que “lamentablemente hemos llegado a la conclusión de que no podemos publicarla con éxito comercial” y sugiere al autor, un tal Robert Galbraith, que busque “un grupo de escritores o un curso de escritura” para obtener la crítica constructiva que ellos en ese momento no pueden proveerle.
Lo cierto es que quienes redactaron ambas cartas hoy deben lamentar profundamente haberlo hecho, ya que Robert Galbraith fue el seudónimo utilizado por la escritora J K Rowling a la hora de enviar su novela El canto del cuco para ser evaluada. La afamada autora de la saga de Harry Potter se propuso publicar bajo ese otro nombre una serie en el género detectivesco, orientada a un público adulto, y la novela finalmente acabó siendo publicada por la editorial estadounidense Little, Brown and Company. Luego de que se habían vendido unas 1.500 copias en librerías, su verdadera identidad acabó siendo destapada por el periódico dominical The Sunday Times, lo cual, como era de esperar, disparó exponencialmente sus ventas.
Ambas cartas de rechazo fueron publicadas por Rowling este pasado viernes en su cuenta de Twitter; según señala, no “por venganza” sino para “inspiración” de los nuevos escritores. Una de las editoriales en cuestión, Constable & Robinson, fue una de las que también habían rechazado anteriormente la primera entrega de la saga literaria del niño mago. La escritora recuerda sus poco afortunados inicios en el mundo de las letras: “no iba a rendirme hasta que todas y cada una de las editoriales me rechazaran, pero a menudo temí que eso fuera a sucederme”. Si bien Rowling procuró borrar de ambas cartas las firmas de los responsables, para las editoriales su publicación no debe de haber sido precisamente la mejor prensa. La cuenta de Twitter de la escritora cuenta con 7 millones de seguidores, cifra que envidiaría la inmensa mayoría de los medios de comunicación escrita, y de difusión a secas.