Como una atención de Navidad, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha decidido hacer un regalo a más de 1.500 de sus subordinados: un libro de 400 páginas, de portada blanca, con su retrato formado con letras negras e intitulado Palabras que cambian el mundo. Su contenido es principalmente una extensa compilación de citas de su autoría extraídas de discursos, artículos y entrevistas.
El antetítulo del libro es “Citas clave de Vladimir Putin”, y su primera edición, limitada, fue destinada a diputados, senadores, gobernadores, jefes de asambleas regionales y funcionarios de distinto rango. Según señala The Daily Mail, el gobierno impone a los funcionarios que lo lean y lo tengan a la vista en sus despachos. Su lanzamiento surge como parte de un programa educacional para miembros de su administración, pero ya está por salir una nueva edición para el público en general. “Estas son las palabras que auguraron los cambios globales en la política mundial”, puede leerse en su introducción.
Porque ahora resulta que el jefe del Kremlin es también vidente. O por lo menos así lo señala, convencido, uno de los autores del libro, cuyo nombre no quiso que figurara: “Todo lo que dice el presidente acaba siendo cierto de una u otra manera”, asegura, y continúa: “si todos aquellos que estuvieron presentes en la Asamblea General de la Onu de 2003 hubieran escuchado las palabras de Putin el mundo sería muy distinto hoy en día. Cientos de miles de personas seguirían vivas y Europa no habría sido sobrecargada con los refugiados de Oriente Medio. Las palabras de Putin podrían ser calificadas de proféticas”.
Pero por supuesto que su publicación también ha alzado indignadas voces de algunos detractores, como la del historiador ruso Nikolai Svanidze, quien sin rodeos dijo al sitio web Rbc Daily que “los países con regímenes autoritarios y autocráticos siempre hacen un esfuerzo para publicar los pronunciamientos más elocuentes de sus líderes, aun cuando no son tan elocuentes”. Y es así, muchas de las citas son superficiales o llanamente ridículas, como cuando Putin dijo “a los terroristas los hundiremos en el water” o el “yo bebo kefir” (un tipo de yogur popular, en oposición a los galones de vodka que consumía Boris Yeltzin); estos testimonios tienen cabida en esta suerte de Biblia personal.
Pero seguramente no estén publicadas algunas de las citas que sin embargo son de las más recordadas por muchos rusos, como cuando en un estilo de mafia siciliana contestó a los reclamos de Letonia por obtener una porción de territorio en la región rusa de Pskov: “Lo más probable es que obtengan en cambio las orejas de un burro muerto”, o su reiterada tendencia a utilizar las palabras “homosexualidad” y “pedofilia” en la misma frase.