Anonymous versus EI
Es y no es, aparece y desaparece, se expande y contrae según el contexto, se vuelve masivo o se difumina. Pero así como es intangible y anónimo también puede ser implacable; lo que es seguro es que nadie querría tener como enemigo al colectivo de hackers Anonymous, una organización capaz de convertir la funcionalidad tecnológica de cualquier institución en una pesadilla operacional, por tiempo indefinido. En los últimos años Anonymous ha dado importantes muestras de ser un colectivo simpático, como cuando desmanteló dos sitios de Internet del gobierno de Uganda en protesta por las leyes contra los homosexuales, bisexuales y transexuales, cuando hackeó el sitio web de Monsanto, cuando sus ataques contra sitios web israelíes en respuesta a la operación Pilar Defensivo llevada a cabo en la Franja de Gaza. Eso por no nombrar sus ofensivas contra el nuevo Ku-Klux Klan, la cienciología, el negocio de la pornografía infantil y el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Lo complicado de Anonymous es que al no poseer una ideología clara ni principios muy definidos, ni tampoco un líder que pueda hacerse medianamente responsable de sus acciones, nada puede garantizar que sus ataques estén siempre orientados a un “bien común”; pero se trata de una discusión compleja.
Estos días Anonymous ha vuelto a las primeras planas por haberle declarado la “guerra total” al Estado Islámico en un video en el que aseguró que utilizará todos sus medios para desplegar “ataques cibernéticos masivos” contra “los sabandijas que matan inocentes. Los vamos a encontrar (…) vamos a lanzar la operación más grande jamás emprendida contra terroristas, contra ustedes”. En declaraciones a la Bbc manifestó sus planes de “identificar a los autores de los atentados de París y a todas las organizaciones terroristas ligadas, hacerse con la inteligencia para ahondar en los cimientos de su organización orgánica, acabar con su propaganda y detener su acción en las redes sociales”.
Como parte de este ciberataque masivo, los “hacktivistas” procuraron engrosar sus filas de colaboradores difundiendo a través de sus canales Internet Relay Chat (Irc) tres manuales para hackear y desmantelar sitios web. “En lugar de estar sentado o mirando el canal sin hacer nada, puedes beneficiarte de las herramientas y guías que te han sido proporcionadas. Tu contribución significará mucho y te animamos a participar.” La primera de las guías es para principiantes e incluye nociones básicas de lenguaje Html y algunos consejos prácticos. La “Guía del reportero”, más avanzada, enseña a crear un bot, es decir, un programa informático que imita el comportamiento humano y que sirve para lanzar ataques contra cuentas de Twitter; junto a la guía se incluye un listado de más de cinco mil usuarios de Twitter que Anonymous considera “objetivos principales”. La tercera es la “Guía del buscador”, en la cual se dan las herramientas para identificar los sitios web relacionados con el Estado Islámico. Para esta acción piden operar con cautela, e informar a la web central antes de actuar, ya que la organización procura iniciar acciones coordinadas y en conjunto.
A tres días de iniciado el ataque, Anonymous afirmaba haber derribado ya la nada desdeñable cifra de 5.500 cuentas del EI en Twitter. No han faltado los analistas que señalen que la efectividad de Anonymous en su guerra ha sido muchísimo mayor que la de los servicios de inteligencia de los gobiernos.
Este último fin de semana el colectivo hackeó un sitio web del EI, cambiando sus contenidos. En lugar de las horrendas propagandas yihadistas, colocaron un aviso de publicidad de viagra. “Esténse tranquilos; por favor contemplen este hermoso anuncio para que podamos actualizar nuestra infraestructura y ofrecer el contenido del EI que todos ustedes anhelan desesperadamente”, destacaba la intervención de Anonymous. En caso de que los cibernautas cliquearan el link para la compra del viagra, el sitio los dirigía a una farmacia online, en la que se podía acceder a la compra del antidepresivo Prozac. Este martes, otro portal fue hackeado y ridiculizado; esta vez se intervinieron las fotos de los yihadistas y sustituyeron sus rostros por los de patos de goma. El foro anónimo 4chan ha comenzado ahora a viralizar montajes de cuanta foto de propaganda del EI cae en sus manos, convirtiéndolas en fotos de patos armados, acompañadas de consignas igualmente ridículas.
Por supuesto que los gobiernos no simpatizan con Anonymous, y no han faltado expertos que señalan que sus ataques sin medida atentan contra la inteligencia desarrollada, que impiden un seguimiento encubierto de las actividades del EI y que lo único que logran es prevenirlo y fortalecerlo aun más. Algo de razón pueden tener: Ghost Security Group (Gsg), un colectivo que estuvo asociado a Anonymous pero que se distanció recientemente, ya había señalado la semana anterior a los atentados que la firma de Silicon Valley CloudFlare, que provee a sus clientes de protección contra ciberataques, estaba ayudando al EI, facilitando sus servicios para más de 40 sitios web de la organización terrorista. Gsg viene infiltrándose en las redes yihadistas y facilitándoles información a los gobiernos tunecino y estadounidense, y considera que los ataques ciegos de Anonymous no ayudan con su misión. Un hacker bajo seudónimo se descargaba contra Anonymous en el blog Jester’s Court, no sin buenos argumentos: “Estos idiotas no son nada más que un ineficaz y despistado banco de pececillos inhábiles, sin dirección y en bancarrota moral, balando por atención. En resumen, Anonymous son a la recolección de información y a la guerra cibernética como cañitas voladoras al programa espacial”.
La cuestión es por qué confiar más en la inteligencia de los gobiernos que en la de Anonymous: seguramente el colectivo no tenga intereses económicos ocultos para perpetuar sus guerras.