La pelota cantada - Semanario Brecha

La pelota cantada

Más allá de ser un perspicaz buscador y un riguroso almacenador de datos, Mateo Magnone es alguien para quien mucha de la información sobre la que está escribiendo es parte de su recuerdo directo. El libro “Uruguayos cantores” es un placer para cualquier interesado en la música uruguaya, y más aun si le gusta el fútbol.

Uruguayos cantores. El fútbol en la música popular uruguaya: Historias sobre un vínculo profundo, de Mateo Magnone. Ediciones B. Montevideo, 2016, 190 págs.

Tal como aclaran los subtítulos, este libro lidia con las formas en que el fútbol aparece en la canción popular uruguaya. Es un asunto muy amplio. El autor lo acota ciñéndose a los siguientes ámbitos temáticos: las canciones compuestas para la selección (sólo de vez en cuando alude a alguna dedicada a algún equipo en particular) y las alusiones futboleras como fuente de figuras poéticas.

El currículo en la solapa aclara que Mateo Magnone participó en algunas investigaciones, hizo periodismo (sobre todo en radio) y coordinó el precioso proyecto Sosteniendo la pared –exposición de afiches de música popular uruguaya de tiempos de la dictadura–. No dice dos cosas importantes: una es que integra una gran dinastía de músicos locales, que incluye a su padre, Daniel Magnone, sus tíos Alberto y Estela, su madre, Mayra Hugo, remonta a sus abuelos y comprende también a distintos primos de apellidos Recagno e Ibarburu. Es decir: la música popular uruguaya es para él un asunto familiar (en los sentidos literal y metafórico). Más allá de ser un perspicaz buscador y un riguroso almacenador de datos, es alguien para quien mucha de la información sobre la que está escribiendo es parte de su recuerdo directo. Aparte de eso tiene su propia actuación musical en Murga Joven, una credencial importante en un ámbito temático en que la murga tiene un papel crucial (a fin de cuentas, la murga y el fútbol entraron casi hermanados a la canción popular moderna, como si hubieran usado la misma puerta, o como si las condiciones que habilitaron los elementos estilísticos de una fueran las mismas que habilitaron a abordar poéticamente al otro).

El relato focaliza sucesivamente canciones, compositores o discos, en orden mayormente cronológico. El libro está seccionado en grandes partes que se corresponden a períodos, planteados en forma pertinente: las canciones que cantaron las glorias tempranas de la celeste, el Canto Popular –en que el fútbol empezó a ser usado como repertorio de metáforas–, el regreso de las canciones para la selección en un momento en que había poco para celebrar en el fútbol nacional, y finalmente el siglo XXI con el mundial de 2010 como punto focal. Hay un buen equilibrio entre “los árboles” y “el bosque”, es decir, el libro abunda en detalles, pero al mismo tiempo dibuja muy bien tendencias generales.

La prosa de Mateo es sobria, sencilla, clara. No hace rebuscados análisis textuales, pero da cuenta en forma muy competente de lo que hay en la superficie poética de los textos, así como del trasfondo histórico y futbolero. Sobre todo explica en forma cabal el contexto y origen de cada proyecto que observa. Las fuentes incluyen entrevistas con varias de las personas involucradas (los compositores, letristas o testigos cercanos), pero también publicaciones de las más diversas, incluidas algunas de esas que uno se pregunta: ¿cómo se le habrá ocurrido buscar ahí? El relato incluye información sobre personajes muy conocidos (Jaime Roos, Mauricio Ubal, Pájaro Canzani, Raúl Castro), pero también otros que lo son mucho menos, y de pronto uno se viene a enterar que participaron en la génesis de canciones recontra conocidas personas como el hermano del general Gestido o el tío del crítico de cine Álvaro Sanjurjo Toucon.

Un ejemplo emblemático del esfuerzo es la extensa historia que abre el libro, que se refiere a la más arraigada de las canciones futboleras nacionales (“Uruguayos campeones”) y que además inspiró el título del libro. Mateo nos aclara quién era su autor, Omar Odriozola (un profesor de Paso de los Toros), las circunstancias personales y futbolísticas que la motivaron, rastrea el tango de Canaro en que está basada la melodía, y el tango de Gardel y Razzano (de 1912) en que, a su vez, se basó el de Canaro. Explica las alusiones futboleras en la letra. Repasa algunas interpretaciones famosas y la manera como se introducían modificaciones en el texto para acompañar las nuevas hazañas de la selección, desde Patos Cabreros hasta Tabaré Cardozo, pasando por la Troupe Ateniense, Los Saltimbanquis, Romeo Gavioli, Omar Romano y el Canario Luna. No todas las canciones tienen una historia tan amplia y compleja, pero a todas se les exprime el jugo, aportando datos y conceptos atractivos, inesperados e interesantes.

El libro es un placer para cualquier interesado en la música uruguaya, y más aun si le gusta el fútbol. También hace sus aportes sobre la historia general de la cultura y la sociedad uruguayas. La investigación es sólida.1 Por eso mismo, da mucha pena que ni el autor ni la editorial se hayan empeñado en el esfuerzo relativamente mínimo de agregar un índice remisivo. Hay un montón de nombres y obras mencionados, algunos de los cuales posiblemente no figuren en ningún otro libro accesible. El valor de uso del volumen se multiplicaría si se hubiera proporcionado una vía de acceso ágil a la abundancia de datos que contiene. También se extraña una discografía que dé cuenta de las apariciones originales de las canciones referidas.

  1. Conozco bien a varios de los músicos abordados, y sólo detecté un mínimo desliz, en la página 51, en que Mateo confunde la ficha técnica de “Cometa de la Farola” con la de alguna otra canción.

 

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