La respuesta que no fue - Semanario Brecha

La respuesta que no fue

En la edición del pasado viernes de este semanario, se publicó una columna de opinión presentada por sus autores como respuesta a mi artículo anterior, “La impostura como método”.1 Uno tiende a pensar que una respuesta a un planteo equis debería implicar: 1) comprender su argumento central, 2) demostrar el error o la inconsistencia de alguno de sus postulados o de la lógica empleada en equis y 3) justificar una versión alternativa o matizada y. Nada de esto sucedió en este caso.

La tesis principal de aquella columna a la que se quiso responder –a saber, que la utilización de argumentos falsos y exageraciones dramáticas, lejos de actuar en favor de la causa defendida, tiene un efecto contraproducente y la termina debilitando– fue ignorada por completo. Marchese y Porley creyeron estar respondiendo a una nota en la que no hubo ningún argumento favorable a la instalación de la nueva planta de Upm lanzando un alegato incendiario en su contra, redoblando así la apuesta alarmista con nuevos escenarios distópicos. Ahora, a los daños “irreversibles” en nuestros suelos se les agregan “estafas” multimillonarias en favor de una multinacional que les va a “lavar el cerebro a nuestros niños” y hasta la mismísima destrucción de la república “como paso previo para destruir nuestra cultura y dejarnos definitivamente inermes”.

En lugar de intentar defender la veracidad de las afirmaciones que mencioné como ejemplos de malos argumentos (aquellas sobre los efectos devastadores de los eucaliptos, la utilización del ferrocarril exclusivamente por Upm, el volumen de agua que consumiría la pastera, etcétera), Marchese y Porley prefirieron recurrir a un curioso gambito interpretativo y sacrificar la veracidad de aquel video usado para difundir sus ideas. Al parecer, se trataba tan sólo de una pieza de ficción, por lo que no debía ser analizado rigurosamente, sino sólo “por las reglas de la ficción”. Un reconocimiento sorprendente, que, lejos de aclarar nada, actúa como una licencia para fantasear a discreción y termina arrojando un manto de dudas sobre el resto de las afirmaciones efectistas con las que acostumbran adornar sus proposiciones.

No parece necesario insistir sobre la dudosa utilidad de este tipo de retórica apocalíptica, pero, por si todavía quedaran dudas, tenemos ahora el reconocimiento claro de quienes la practican. A decir verdad, no hay forma de saber si deberíamos tomar en serio sus terroríficas advertencias o dejarlas pasar, como un episodio más perteneciente al mundo de la ficción.

1.   “Upm 2, la mayor entrega de soberanía de nuestra historia”, Brecha, 24-V-19.

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