Se llevó a cabo el miércoles 18 de noviembre la tercera charla virtual en el marco del festejo de los 35 años del semanario Brecha. El tema esta vez fue «Democracias bajo amenaza en América Latina», y contó con la participación del politólogo e historiador uruguayo Gerardo Caetano, el sociólogo y politólogo boliviano Fernando Mayorga y la politóloga argentina Cecilia Lesgart, y con la moderación de nuestro editor de política, Nelson Cesin.
Después de una breve introducción del moderador, la primera intervención de la tardecita fue la de Fernando Mayorga, que se centró en la situación de Bolivia en el último año. Comenzó señalando que su país efectivamente enfrentó una amenaza a la democracia y que «logró superarla». Al profundizar, desglosó tres amenazas a la democracia en la América Latina contemporánea. En primer lugar, «las rupturas del orden constitucional», relacionadas con «la aparición de factores de poder de carácter fáctico». En segundo lugar, una «crisis de representación política», que fue una crisis de la forma como después del «giro a la izquierda» de América Latina se resolvió «la ecuación entre Estado, sistema político y sociedad». Y, en tercer lugar, «el surgimiento de fuerzas políticas y sociales de derecha […] que tiene un carácter ultraconservador, que se expresa en el virulento discurso antiderechos y reivindica al neoliberalismo desde un discurso anticomunista y antiestatista, a lo que se suma esta dosis de fanatismo religioso». Todo esto representa «un desafío enorme para las izquierdas en todas sus expresiones».
Mayorga caracterizó como golpe de Estado lo sucedido el 10 de noviembre de 2019 y abundó que «la denuncia de fraude fue una excusa que sirvió para desplegar una conspiración en la cual tuvo un papel central la Organización de Estados Americanos y su secretario general. Esta conspiración terminó con una subordinación de la Policía y las fuerzas armadas a la coalición golpista, que era un entramado de acciones políticas y sociales que tenían como sello característico el antimasismo, el antievismo, y expresaban una postura antipopular, anticampesina, antindígena». Ante este panorama, fue «algo extraordinario» la «victoria del Movimiento al Socialismo, que había sido víctima de ese golpe de Estado, con una mayoría absoluta y con 20 puntos de diferencia». Recordó que «en Bolivia pasan esas cosas» y que «en 1952 hubo una rebelión popular con derrota militar del ejército por parte del movimiento minero».
Juzgó que los golpistas cometieron un error de cálculo «al suponer […] que el MAS era Evo Morales, pensaron que el MAS sin Evo Morales no iba a sobrevivir. Pues el MAS sobrevivió, resistió varios meses en la pandemia, se preparó para la elección y venció con el 55 por ciento de los votos sin la presencia de Evo Morales». «¿Y esto por qué? Porque el MAS es lo que se llama a sí mismo un instrumento político de las organizaciones populares, de las organizaciones sociales, las organizaciones sindicales, la mayoría de raigambre campesina e indígena. Y fue esa fuerza la que resistió al golpe, la que se organizó popularmente y la que terminó el ciclo de un año de gestión de la derecha. Y estamos con la posibilidad de reencauzar el proceso de cambio que se inició en 2006, ahora con nuevos desafíos», señaló.
La segunda intervención, a cargo de Cecilia Lesgart, se centró en los problemas que la situación actual en América Latina plantea a la forma como entendemos la política. Empezó con la hipótesis de que «casi todos los conceptos políticos del pensamiento político latinoamericano y del pensamiento político contemporáneo están en crisis». En particular, «la gran idea organizadora de la política, la gran idea organizadora de la política en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y en América Latina después de las transiciones, que es la democracia liberal y representativa». También «está en crisis la idea de América Latina», lo que hace necesario «volver a situarla y a pensarla como una unidad problemática». En este sentido, señaló también que hay problemas con la forma como entendemos el autoritarismo.
Explicó que «están hiperpolitizados e hiperideologizados, en el sentido de que los conceptos son armas de combate y no son guías seguras para pensar», y ejemplificó con los diversos usos del concepto de populismo. Volviendo a la crisis de la «democracia liberal representativa», señaló que si bien ésta sirvió para erosionar y «dar un final imaginado a las dictaduras militares», hoy «está agotado el sentido schumpeteriano de la democracia, que la piensa como un método político en el que la única función de un pueblo es aceptar o rechazar quién va a gobernarlo». Lo que está sucediendo en Chile, Bolivia y Perú ha «carcomido […] ese núcleo de sentido». Agregó que «hay una emergencia de nuevas formas de acceso al poder político: golpe en Bolivia, golpe en Perú; y una emergencia de nuevas formas represivas de ejercicio del poder político: el estado de sitio, el toque de queda, la represión; y un actor que no es novedoso, pero que desplaza a las fuerzas armadas, es la presencia permanente de la Policía». Y eso fue «antes del coronavirus».
Lesgart lamentó que «la ciencia política ha abandonado el problema del pueblo, porque se ha dedicado a estudiar a las instituciones, que son muy importantes», pero eso hace que «después, cuando aparece el pueblo, aparece como algo escandaloso». Sin embargo, en la situación actual se hace presente con mucha fuerza la cuestión de la soberanía popular, gracias a lo que «la democracia no es la paz de los cementerios», sino que «se presenta de una manera litigiosa».
La tercera intervención de la noche fue la de Gerardo Caetano, que comenzó señalando que «América Latina perdió el acuerdo de régimen» y que eso cuestionaba la tesis noventosa del «fin de la historia». Apuntó que esto está relacionado con el ascenso de procesos autoritarios, que no se circunscriben únicamente a América Latina, ya que se los puede ubicar juntos a Bolsonaro con Orban, Trump y otros, entre los que, si bien «hay mucha diversidad», «tienen mucho en común». Enfatizó que «las derivas autoritarias no solamente vienen por derecha, sino también por izquierda, o por lo menos de la mano de regímenes que se atribuyen el nombre de la izquierda. No podemos negar que la deriva del régimen venezolano es una deriva autoritaria».
Advirtió que «hoy los ejércitos son los que definen el régimen, si se interrumpe o se preserva, como en el caso del impeachment de Dilma, que hoy sabemos que fue un golpe blando amparado por el ejército», y que «hay más militares hoy en el gobierno del Brasil actual que los que había en la dictadura». Alertó sobre que «la pandemia ha aumentado la desigualdad, la pobreza y la indigencia en la región más desigual del mundo» y que «los pueblos, ante la falta de respuesta política», pueden no tener «otra opción que el estallido social». Concluyó que en la «revolución de octubre» de 2019 en Chile estaba en cuestión «el conjunto del sistema político» y criticó las dificultades para entender esto por parte de las elites, ejemplificando en cómo «un expresidente, del Partido Socialista, del PPD, decía sobre el poder de la calle que la calle no es una institución».
Se trató de una charla con análisis calificados y abundancia de información, en la que los invitados aprovecharon para celebrar a Brecha y a la tradición de la que forma parte. Mayorga recordó el exilio mexicano de Carlos Quijano y la relación del intelectual boliviano René Zabaleta Mercado con Marcha. Caetano comentó que «Brecha no es Marcha, pero recoge la tradición inaugurada por Marcha en 1939» y recordó que «Hugo Alfaro reforzaba la idea de que Brecha tenía que recoger un legado, pero también tenía que producir novedad. Brecha siempre está en esa tensión. Las condiciones que marcaron la aventura de navegación de Marcha siguen estando, aunque de formas absolutamente nuevas». Lesgart leyó una cita de Marcha que decía que «Marcha no será el órgano de una fracción política determinada, pero declara que será una voz definida enérgicamente a favor de la democracia, la justicia social, la cultura y la libertad de pensamiento, contra el fascismo, las dictaduras, los prejuicios sociales y toda forma de regresión».