Leer historietas requiere cierta competencia que antes la gente adquiría naturalmente en la infancia y que actualmente es una habilidad cada vez más difícil de encontrar en las personas. Esta inexperiencia con los códigos de un género (o más bien de un medio) se ha ahondado en los últimos años porque, salvo excepciones, los niños han sustituido la historieta por otros entretenimientos, al tiempo que la historieta ha complejizado sus recursos y es hoy uno de los medios expresivos que más han innovado respecto a las tradiciones narrativas que dominaron el escenario en el siglo pasado. Es cierto: no es lo mismo leer Batman que Megg, Mogg y Búho,de Simon Hanselmann, pero hay menos distancia entre estas dos historietas contemporáneas de géneros distantes que entre Batman de 1980 y Batman de 202...
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