El 13 de noviembre de 2014 Mónica Navarro y su banda (Horacio di Yorio en piano y dirección musical, Eduardo Maurios en guitarra y arreglos, Juan Chilindrón en contrabajo, Sebastián Cannavó en violín y Nario Recoba en bandoneón) grabaron su presentación en el teatro Solís, en la cual pusieron en escena “Tríptica” y otras canciones incluidas en los tres discos previos de la artista.
Algunos meses después, siguiendo una idea de Max Capote y tras una escucha atenta de lo registrado aquel día, decidieron que bien valía la pena editar en un disco una selección de lo grabado. El sello Bizarro hizo el resto y hoy está en la calle Tríptica en vivo.1
Mónica Navarro es una talentosa y completa artista que canta y actúa muy bien, y hasta conduce muy bien su programa Blisters en Tevé Ciudad.
Nació en Buenos Aires, en el porteñísimo barrio de Villa Urquiza, y vive en Uruguay desde 1989.
Sus diez años cantando rock en la Tabaré la han marcado, así como su experiencia como actriz, pero su llegada al tango sin duda proviene de esa cultura profundamente tanguera en la que se crió de niña y adolescente en una ciudad que respira esa música.
En sus tres discos previos, Paquetito de tangos (2007), Perra (2010) y Calle (2013, este último candidato al Grammy como mejor álbum de tango), Mónica se ha revelado como una muy buena cantante, con un precioso registro medio sedoso, un agudo algo débil pero muy eficiente y una particular gracia para decir los textos, ya sean clásicos del género, composiciones propias o incluso versiones de letras que provienen del rock. La peligrosa tendencia a “modernizar” el tango bebiendo de la fuente del rock en su caso funciona razonablemente bien, ya que recrea esos temas con mucha astucia, como pasa en su nuevo disco con composiciones de Fito Páez, Luca Prodan y Luis Alberto Spinetta, a las que lleva a su terreno, a su modo interpretativo, sin caer en la tentación de una interpretación roquera con el sonido del bandoneón como mera “excusa tanguera”.
Es muy importante el aporte de una banda que suena en forma impecable, que desarrolla arreglos de notable buen gusto y peculiar puntería, así como la excelente toma de sonido en vivo, realizada por Federico Langwagen y Gonzalo Sánchez.
Arropada por esos músicos y esa cristalina toma de sonido, Mónica despliega su arte con mucho encanto y un profundo conocimiento del fraseo tanguero, que maneja con muchos matices y un sentido muy histriónico de la interpretación, pero sin caer nunca en excesos o sobreactuación. Por el contrario, lo suyo es particularmente mesurado, sacando el mayor partido posible a su voz de pequeño volumen pero muchísima musicalidad.
Es uno de los puntos altos el “Tríptico” integrado por “El corazón al sur”, de Eladia Blázquez, “Mañana en el Abasto”, de Luca Prodan, y “Línea B”, de la propia Navarro, que funcionan aceitadamente juntas, con sus textos fuertemente descriptivos de Buenos Aires, sus tipos humanos y la pertenencia a ese origen.
También son especialmente disfrutables clásicos como “Tata, llevame pa’l centro”, que fuera marca de fábrica de la legendaria Tita Merello, y “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo, que tuviera decenas de interpretaciones memorables, como las de Edmundo Rivero y Julio Sosa, y a la que Mónica y sus músicos aportan una lectura muy fresca y descontracturada.“Durazno sangrando”, de Luis Alberto Spinetta, cuenta con las voces del ensamble De Profundis como apoyo y es otro punto alto del disco.
En resumen: un disco breve –como se estila últimamente en el mercado–, delicioso y variado de esta argentina convertida en local, en mi opinión por lejos la más interesante de las intérpretes femeninas del tango en el Montevideo de hoy.
1. Tríptica en vivo. Mónica Navarro. Bizarro, 2015.