La voz femenina del under - Semanario Brecha
Mujeres en el hip hop uruguayo

La voz femenina del under

El hip hop siempre fue reconocido como un ámbito de mucha presencia masculina. La superioridad númerica de los varones es abismal; sin embargo, las figuras femeninas han dejado sus huellas en el camino del rap para que otras las sigan, abriendo espacios nuevos para transmitir la experiencia y los reclamos feministas.

Karah, artista de hip hop Branden Luis Figarola

El rap hace que la calle se vuelva poesía; muchas veces puede relatar una historia o un punto de vista. Así, en ciertos casos aparece la misoginia, porque los raperos a menudo normalizan la objetificación de la mujer. Es un género musical que ha reflejado esa posición de poder varonil en la cultura que lo acompaña y solemos encontrar en las letras o declaraciones de sus protagonistas la explotación de la figura de la mujer como una forma de afirmar la masculinidad o demostrar autenticidad.

La presencia femenina es muy escasa, especialmente en un país chico como Uruguay. La lucha para llegar a los estándares de calidad masculinos es costosa y, a veces, muy exigente para las mujeres que quieren practicar la disciplina. Los obstáculos se multiplican y redundan en la discriminación y el constante rechazo de los sujetos machistas que comparten el mismo ámbito. Pero, últimamente, las raperas también salen a contar sus historias sobre bases instrumentales, denunciando la desigualdad de género y la invisibilización que reciben. Un ejemplo notorio es el caso de la artista Eli Almic y su trabajo musical y poético en las canciones «Ayuda» o «Brujas».

Las trayectorias de las artistas pueden ser distintas, pero todas parecen querer llegar al mismo objetivo: hacer rap y vivir del hip hop. Y si bien algunas todavía no son muy conocidas, sus materiales dan que hablar y no paran de evolucionar: es el caso de Malapraxxis y de Zaeeya, de 638, y también de Karah, de Costeros Crew.

UNA MÁS

En 2016, Zaeeya por primera vez decidió ir con una amiga a unas batallas de rap que quedaban al costado de la Facultad de Derecho. Se llamaban Callejón 18. Vio un conjunto de chicos compitiendo y no se animó a entrar a rapear, pero cuando se fue siguió improvisando por su cuenta. Al año siguiente comenzó a ir con frecuencia a la plaza del Hotel del Prado para ser parte de la hinchada en la competencia Dark Jail. Ahí terminó compitiendo gracias a la motivación de Parka, otra integrante de 638 que fue una pionera de la presencia femenina en las batallas uruguayas.

Con la experiencia generada y con ganas de vivir más freestyle, Zaeeya realizó su propia competencia llamada Jaque Free, uno de los lugares donde también se inició Malapraxxis. La Mala venía de rapear en la Barra de Santa Lucía, pero cuando empezó a vivir en Montevideo comenzó a caer a distintas rondas de la ciudad y conoció a las otras integrantes del trío.

Según las raperas de 638, cuando sos mujer y vas a una ronda llena de chicos, todos los ojos están puestos sobre vos. «No es un gallo contra un gallo, un MC contra MC. Es un hombre contra una mujer», comentó Zaeeya al referirse a una batalla entre los dos géneros y explicó que es «un ambiente bastante cerrado», ya que «hay solamente hombres». Por su parte, Malapraxxis también fue testigo y víctima de perder batallas por el simple hecho de ser mujer. «Seguramente tus estructuras eran diez veces mejor y tu lírica era veinte veces mejor, pero ganaban ellos porque eran hombres y eso era muchas veces el tongo. Tenías que lucirte, exigirte a vos misma muy zarpado para ganar algo», afirma Zaeeya.

«Andá a lavar los platos» o «andá para la cocina» eran las típicas respuestas que le daban a Malapraxxis cuando competía a la vez que vendía pizzas caseras para ganar alguna comisión entre los competidores. En conversación con Brecha, la cantante también hizo referencia a aquellas audiencias políticamente correctas que, por ser ella parte del género femenino, le festejaban cualquier punchline: «Hay veces que rapeo de una forma que para mí no fue tan zarpada, pero la gente agita como si hubiese dicho algo tremendo. Un hombre, ponele, diría eso y nunca lo agitarían así». Pero a pesar de los obstáculos emocionales, Malapraxxis siempre volvió a competir. Hasta recomienda a todas las mujeres seguir combatiendo en la escena y así rapea en una canción: «Dejar salir tus ganas, la libertad te llama, no hay reglas para emprender la huida, guacha».

Las chicas de 638 llegaron a un momento en el que sintieron que no lograban rapear en su propio estilo, así que decidieron dejar de competir para enfocarse en la música. De todas maneras, caen a las plazas para ver lo que allí sucede y disfrutan de la disciplina como espectáculo.

UNA Y TODAS

La costera Karah se inició rapeando atrás del liceo Solymar 1, donde era la única chica que rapeaba entre hombres. Siempre había escuchado distintos géneros musicales gracias a su familia, pero se había encontrado con el rap por su cuenta, al escuchar Canserbero, The Notorious B.I.G., Eminem o Dr. Dre. Luego de participar de unos cyphers1 llamados Cuarto Expreso conoció a los miembros de Costeros Crew, quienes tiempo después la invitaron a participar del colectivo. «Surgió naturalmente. Sólo conocía hombres en el hip hop de acá en la vuelta, pero nunca sentí esa brecha de ser mujer estando entre mis compañeros más cercanos. Igual, cuando empecé, sentía la presión de esforzarme y demostrar más para que se me reconociera entre los hombres. Hoy sé que ese no es el camino ni me interesa su aprobación.»

La rapera también pasó por circunstancias en las que otros raperos reaccionaron a su trabajo de una manera grosera y antipática. Así, a medida que fue participando en distintos espacios, se volvió muy consciente del grado de machismo que hay en el hip hop uruguayo actual y de las diversas maneras que utilizan los hombres para cuestionar a las mujeres que deciden dedicarse al género. Para cambiar esa perspectiva, las tres raperas sugirieron que los medios de comunicación y los organizadores de competencias deberían hacer más hincapié en la visibilidad de la mujer, para propiciar más inclusividad en la escena del freestyle.

NI UNA MENOS, EH

Las canciones de Malapraxxis y de Karah fueron subidas a Internet en el canal de Youtube Cuarto Expreso. A partir de «Vicios» y «Sefanjes», las dos comenzaron a tener un ascenso en sus carreras musicales. Han logrado producir mucho material y forman parte de un colectivo feminista llamado Soona, que nuclea a varias mujeres que participan en el hip hop uruguayo.

Cada una de las tres MC tiene una forma de construir un mensaje feminista desde su forma de practicar el freestyle. Todas utilizan sus contextos e influencias para aportar elementos nuevos a su obra musical. Karah busca concentrarse en el trabajo sobre una lírica que, según ella, le sale naturalmente. La costera suele incluir reflexiones feministas en sus letras, como en el caso del cypher de Soona, en el que rapea: «Largo techo, años de lucha, poca escucha, pero esto es por mis hermanas, machos, quítenme las manos, que a partir de ahora pelearé por todas, ni una menos, eh».

Malapraxxis tiene una escritura muy particular, que la llevó, hace poco tiempo, a telonear a grandes raperos en La Trastienda. La rapera de Santa Lucía utiliza una especie de misandria que aprendió del estilo de Nicki Minaj, una de sus mayores influencias. En este caso, es la mujer que toma al hombre como objeto y lo trata con desprecio o ironía: «Esos rappers no me las fumo ni en la hookah, me gusta ese hijo de puta, sabés cómo es que me gusta, me voy contigo de ruta luego de chingarte en la ducha». Por otro lado, Zaeeya crea un mensaje con otro contenido, aunque forme parte de la lucha feminista. Intenta dar un relato sobre la vida en la ciudad que incluya lo que transita en el día a día siendo mujer, recorriendo «calles con filosofías vacías y vidas perdidas ahogando en el dolor».

La presencia femenina está revolucionando todos los ámbitos del mundo y el rap uruguayo no es la excepción. La evolución se da lentamente, pero es efectiva porque las mujeres ya no toleran calladas el maltrato o la exclusión ejercidos por los raperos machistas. El objetivo es que cada vez sean más las MC que capturan todaos los flashes en los escenarios y que también se multipliquen las otras, las invisibles, las más under, las que compiten mano a mano en cada plaza.

1. Un cypher es una colaboración espontánea de distintos freestylers o raperos para improvisar en público. Se diferencia de las batallas de gallos por ser únicamente estilo libre, sin peleas entre quienes participan.

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