Basada en la obra No mires para abajo del dramaturgo fraybentino Renzo Dodera, este monólogo aborda con humor un tema que está en la agenda de todos los medios: la inseguridad. El protagonista desarrolla un discurso paranoico en el que la imaginación redobla con creces los posibles hechos de una realidad que se gesta in crescendo dentro de su propia mente. Con pocos elementos y el magnetismo del desempeño de Fabián “Chicho” Silva, el director Álvaro Loureiro compone este cuadro cotidiano que para muchos puede sonar conocido.
Sin buscar un humor de tipo político, la pieza no puede escapar a este tipo de cuestionamiento. César, el personaje principal, vive con pánico a ser copado y a las posibles consecuencias de afrontar a los ladrones dentro de su propio hogar. Un miedo que se instala en la sociedad de la mano de las extensas coberturas mediáticas de los hechos delictivos. La obra juega permanentemente en el filo entre lo real y la distorsión de lo real, bajo una lupa plagada de suposiciones que parecen tan delirantes como enfermizas. César imagina y se adelanta a la posibilidad de ser robado y despliega en su discurso arduas negociaciones con los ladrones para evitar salir lastimado de una situación que desconocemos si es posible que suceda o si es parte de su exacerbado delirio. En su texto, Dodera pone sobre el tapete la discusión sobre el estado denominado “sensación térmica” que intenta medir el grado de vivencia subjetiva sobre los hechos de la crónica roja.
Con giros ingeniosos el personaje se enreda cada vez más en sus propias palabras, imagina un complot en el que involucra al propio vecino, genera etiquetas alocadas como “la banda del saxofón”, vislumbra sus experiencias con los ladrones transformadas en best seller, etcétera. Como reflejo de su trayectoria como comediante Chicho Silva logra hilvanar los vaivenes de este discurso delirante y provocar la risa de su público, ya sea colgado de una ventana en paños menores o imitando los discursos del ministro de turno, cuestionando los neologismos de los medios (modus operandi, superbandas, etcétera) o proyectando un negocio editorial a partir de su encuentro cercano con los delincuentes. Una vez más el teatro dialoga con la actualidad para ponerla en cuestión y para arrojar una nueva mirada. En este caso el humor vuelve con todo su poder crítico a transitar en las contradicciones del ser humano.