Ante un tema prácticamente inabarcable en una película, como es el de José Gervasio Artigas –por el peso histórico y simbólico de la figura, por el cruce de relatos y miradas, por las implicancias nacionales–, Detrás del mito se centra en la imagen popular del prócer fijada por el pintor Juan Manuel Blanes en el óleo “Artigas en la puerta de la Ciudadela” (1884) para, a partir de ahí, disparar varias reflexiones. Aborda, a un tiempo, el Artigas histórico y el mítico, íntimamente ligados al punto de confundirse entre sí. Este acertado movimiento desde lo particular hacia lo colectivo termina siendo clave para un documental que mientras va detrás del “verdadero rostro de Artigas” recorre las inquietudes estéticas de Blanes y acompaña la construcción deliberada del concepto de nación en Uruguay. Lo más interesante de este largometraje documental, ópera prima como director para Marcelo Rabuñal, no es tanto la indagación sobre el mito de Artigas en tanto héroe de la patria –después de todo, a esta altura, es sabido que la construcción en parte real y en parte mítica de un prócer es la piedra fundacional para establecer el concepto de nación– sino más bien la puesta en discusión de cómo y por qué es necesario que esto haya ocurrido y de qué manera eso nos define como sociedad. La polifonía que aportan especialistas de diversas áreas –los historiadores Nelson Caula y Carlos Demasi; los doctores en historia del arte Laura Malosetti, Gabriel Peluffo y Alicia Haber; la socióloga Carolina González; el antropólogo Nicolás Guigou; los artistas Fernando Corbo y Clever Lara, entre otros– va conformando una visión completa pero siempre debatible de Artigas, Blanes y Uruguay. “El sentido de la investigación fue discutir sobre una imagen, y esa discusión funciona como sinécdoque –explica Rabuñal en conversación con Brecha–. Hablemos de esto cuando en realidad estamos hablando de todo. Hablemos de la imagen que creó Blanes, analicemos su validez histórica, estética, simbólica, y a la vez estaremos analizando todas las obras y relatos que existen. Durante la entrevista, Carolina González me dijo que hablar de estas cosas es como hacer terapia colectiva, es analizar de dónde viene nuestra identidad desde un punto de vista más crítico, relacionado con lo emocional, y esa es la parte que más me interesa de este tema.”
El proyecto surgió como una serie documental abocada a investigar la vida y la obra de los grandes pintores de Uruguay. Rabuñal empezó a trabajar en el primer episodio en 2012 con Blanes como protagonista. La vida de Blanes, nacido en 1830, el mismo año en que se jura la primera Constitución, corrió en paralelo a la conformación de Uruguay como nación. De ahí que el proyecto empezara a virar hacia una nueva dirección hasta convertirse en un largometraje. “Lo que fue cambiando, algo que creo que se ve en el documental, fue mi postura en cuanto a la ‘ficción’ que es nuestra historia. Al principio, cuando caí en la cuenta de que nuestra identidad y nuestros héroes eran una construcción, me sorprendí y quería enfocar la película en revelar la mentira, en contar cómo nos han engañado desde la escuela buscando un fin político que es la construcción de la idea de nacionalidad. Pero a medida que fui avanzando en el tema me di cuenta de que esa construcción era totalmente necesaria, que sin la idea de nación es imposible crear una sociedad que se vea hermanada, como individuos no podemos ver a los otros como compatriotas si no tenemos una base simbólica en común que nos unifique. Y este es un poco el razonamiento del documental: por un lado tiene eso de ‘Artigas no es un héroe uruguayo porque no tenía al Uruguay como proyecto’ y por otro lo que dice Lara al final sobre que no sabemos exactamente cómo o qué fue Artigas pero la necesidad de reflejarnos en él es real, la necesidad de un héroe y un modelo a seguir es verdadera y eso hace que el prócer exista.” La misma cuestión es planteada en el documental por el antropólogo Nicolás Guigou, uno de los entrevistados más destacables, de manera contundente: “Aunque uno cuestione los mitos de la nación éstos siguen manteniendo su efecto simbólico. Si todo fuera cuestionable o uno lo plantease como arbitrario sería muy difícil que, sobre todo una sociedad compleja, tuviese capacidad de verse a sí misma en medio de esa conflictividad simbólica. La gente necesita saber que vino de una parte y que va para otra, aunque todo eso sea falso; lo importante es la ilusión de la verdad para mantener la cohesión de una sociedad”.
La investigación de Rabuñal giró principalmente en torno a dos trabajos: La construcción de la identidad uruguaya (Taurus, 2001), de Carolina González, y “La construcción de un ‘héroe máximo’. José Artigas en las conmemoraciones uruguayas de 1911”, de Carlos Demasi.1 “Esos puntos de vista por encima de la cuestión histórica me parecieron muy interesantes, y desde un enfoque que, al menos en el cine, no se había tratado”, dice el director. El apunte es importante ya que si bien la historia uruguaya cuenta con una amplia y diversa obra escrita, no ocurre lo mismo con el acervo visual, que es más bien escaso: El desembarco de los 33 orientales (1952), de Miguel Ángel Melino, y la reciente Artigas: la redota (2011), de César Charlone, son prácticamente los únicos largometrajes abocados al tema. Si tomamos en cuenta la historieta, cabe mencionar la adaptación del relato “El combate de la tapera” (1892), de Acevedo Díaz, que hiciera el historietista José Rivera en los años sesenta, así como la reciente serie Bandas educativas, a cargo de Nicolás Peruzzo y Nicolás Rodríguez Juele.2 Cinematográficamente, Detrás del mito tiene un valor en sí mismo: los entrevistados logran cerrar sus ideas y el conjunto mantiene un muy buen ritmo narrativo, yuxtaponiendo locaciones muy cuidadas y ciertos planos realmente logrados y detallistas.
Aunque Artigas: la redota es el antecedente inmediato del prócer en el cine, el abordaje en este caso es, según Rabuñal, bastante distinto, más allá de que una sea ficción y la otra documental. “No la tengo tan en la cabeza a La redota, la vi cuando salió en el cine, en 2011. Me acuerdo de que plantea una situación análoga a Apocalipsis Now, en cuanto a que el relato se va construyendo por lo que el personaje va escuchando de Artigas, y se hace una idea de éste que después no se corresponde con la realidad. En ese sentido tiene alguna relación. Pero en cuanto a la historia, más que nada a la historia y personificación de Blanes, no tiene nada que ver. En La redota se presenta a Blanes como un artista muy inocente obligado por (Máximo) Santos a crear una obra que no quiere realizar. Blanes fue un personaje mucho más interesante y complejo, cumple un papel fundamental y consciente en la creación de cada uno de sus cuadros en pos de la identidad. Además, esos cuadros contienen un simbolismo más elaborado de lo que propone La redota.”
La mencionada carencia de acervo visual tiene su explicación original en la ausencia de un documento fehaciente que acredite cómo era el rostro de Artigas. El único registro más o menos confiable es el retrato en carbonilla que realizó el médico francés Alfred Demersay en su paso por Paraguay en 1846, donde se ve a un Artigas envejecido y de perfil. Pero ese no es el rostro popular del héroe, muy distinto del que aparece enmarcado en cada oficina pública o en las escuelas de todo el país, repetido tantas veces que al final se convierte tan sólo en un ícono vaciado ya de todo contenido. El historiador Nelson Caula fue el encargado de portar un nuevo registro al ponerse en contacto con Stephen Mancusi, un especialista en técnicas forenses que trabajó para el Fbi y la policía de Nueva York durante tres décadas, a quien le envió el retrato de Demersay y varias descripciones. Con ese material Mancusi hizo un retrato frontal de Artigas. La investigación está reunida en el libro Artigas Ñemoñaré. El verdadero rostro de Artigas (Ediciones B, 2013) y es recogida en Detrás del mito, donde se puede ver al propio Mancusi trabajando en el rostro del prócer. No es un detalle menor: como bien apunta Caula en el documental, hasta entonces todos los retratos de Artigas habían sido realizados por artistas, mientras que el de Mancusi fue el primero basado en procedimientos científicos. Rabuñal cree que, más allá del posible realismo del trabajo de Mancusi, el rostro de Artigas en el imaginario colectivo es otro. “Las imágenes que perduran de Artigas lo hacen por distintas razones, más allá de su correspondencia con la realidad. Entonces no sé qué podrá pasar con el trabajo de Mancusi en el futuro. Pero las imágenes de Blanes ya están instauradas, impresas y colgadas en todas las oficinas, en cada plaza de cada ciudad de Uruguay. Va a ser muy difícil que sus creaciones se despeguen de la idea que tenemos de Artigas.”
- En Revista Iberoamericana, volumen LXXI, número 213, octubre-diciembre de 2005.
- En historieta, la representación del pasado histórico artiguista, con diverso grado de ficcionalización, va desde Cisplatino hasta Artigas Zombi. En televisión, cabe mencionar los dibujos animados de El pequeño héroe.