Nunca habría imaginado, al entrar por primera vez al vetusto edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, y tocar con mis pies esos breves escalones, que en ese instante estaba comenzando mi segunda vida o la vida que se tendía por debajo de las otras vidas que me tocó vivir y que en este momento se me presentan en un desfile alucinante, casi 75 años después.
Son muchos: ¿a quién se le ocurriría recuperar lo que ocurrió en cada uno de ellos, no solo en el amplio orden de una historia sino de una mera vida personal, así esa vida disfrute hoy de un brillo especial? Ímproba e inútil empresa, la instancia del «regreso», como lo relata Heinrich Böll, es imposible, se regresa al lugar del crimen pero ¿se regresa al seno materno? Quizás no al lugar, ya no hay madre a quien pedirle ayuda, pero s...
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