El panel para debatir sobre los desafíos actuales de América Latina –que debía contar con Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso, ex presidentes de Chile y Brasil, respectivamente– levantó resistencia entre algunos participantes, indignados con la posición del político brasileño en la actual crisis de su país. Los organizadores defendieron su presencia como sociólogo y académico, pero no bastó, y Fernando H Cardoso, presente en Estados Unidos para recibir un doctorado honoris causa de la Universidad de Harvard, desistió de intervenir. No fue todo: 67 intelectuales, entre los cuales los Vargas Llosa, padre e hijo, hicieron una declaración denunciando la xenofobia del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump. Aun más, de los 300 académicos cubanos que quisieron asistir, uno de cada seis no obtuvo visa de ingreso y se perdió el congreso, lo que no impidió que la cubana fuera, aparte de la estadounidense, la delegación más numerosa. Los temas vinculados a Cuba fueron estrella en el evento, con casi un centenar de paneles de los 1.425 programados. Cultura, economía, sexualidad y género, religión, educación, relaciones con Estados Unidos fueron algunos de los temas vinculados con Cuba tratados en el congreso. En las universidades estadounidenses el interés por todo lo vinculado a la isla vecina es grande, y del lado de la academia cubana no se quedan atrás, apoyados en una extensa historia de relaciones bilaterales a lo largo de medio siglo de congresos del Lasa. Aparte de la excitación política y la multiplicidad de presentaciones, otras actividades sociales permitieron el encuentro entre académicos e invitados del mundo entero.
La Latin American Studies Association tiene 12 mil miembros. Cerca de la mitad de ellos vive fuera de Estados Unidos. El evento que marcó su 50 aniversario atrajo no menos de 1.500 investigadores.
Uruguay estuvo presente de dos maneras: a través de quienes asistieron para hacer conocer sus investigaciones y participar de los paneles, y como tema en sí. Uruguay fue tema en el encuentro sobre “Memoria, derechos humanos y democracia”, con un estudio de Cara Levey, de la universidad College Cork, y Katherine Hite, de Vassar University, sobre los “Desafíos para las nuevas generaciones”; de Aníbal Saldías, de la Universidad de Toronto, que estudió las políticas distributivas de Uruguay y Argentina en el contexto posneoliberal; de Bastián González Bustamante, de la Universidad de Chile, que expuso un estudio comparativo de las relaciones entre elites y ciudadanía en Chile y Uruguay, entre otros. Al menos 20 uruguayos participaron con ponencias y estudios muy diversos que han tenido lugar o están en curso en distintas disciplinas en la Udelar, el Claeh, y la Universidad Católica. No hubo ningún encuentro entre ellos, y a nuestra representación diplomática, que sigue enfrascada en el laberinto del Consejo de Seguridad, no se la vio en parte alguna. Así y todo, cada cual por su lado, estuvieron presentes con sus trabajos Hugo Achugar, Nicolás Betancur, Juan Bogliaccini, Marisa Bucheli, Daniel Buquet, Andrea Bonilla, Adriana Chianconne, Gladis Clemente, Niki Johnson, Enrique Martínez, Vania Markarian, Francisco Panizza, Rafael Piñeiro, Rosario Queirolo, Conrado Ramos, Gustavo Remedi, Ana Ribeiro, Inés de Torres, Diego Thompson, Fernando Vaccotti, Daniela Vairo.
Francisco Panizza, profesor del London School of Economics and Political Science, y Conrado Ramos, docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar y ex subdirector de la Opp, presentaron un estudio comparativo sobre “El patronazgo en Argentina y Uruguay”, junto con el chileno Emilio Moya, que hizo lo mismo sobre su país. Ya antes Panizza había expuesto en un panel un estudio sobre “Las líneas de falla de la izquierda socialdemócrata y populista en un escenario de pos boom de los commodities”. El estudio, centrado en clientelismo y designaciones arbitrarias en cargos del Estado, permite establecer algunas diferencias en las prácticas entre Uruguay, Argentina y Chile. El enfoque académico intenta exponer el fenómeno, medirlo, conceptualizarlo, compararlo, pero no aspira a sacar conclusiones que puedan mecánicamente transponerse a la política. “Los cargos de confianza de los ministros son legítimos”, dice Panizza. “¿Hay muchos? ¿Hay pocos? ¿A qué tradición se remiten?”, se pregunta. En Uruguay, los nombramientos a dedo no llegan a todos los niveles. Históricamente, apunta a su vez Ramos, hay nombramientos de recompensa a militantes en puestos bajos y en cantidad limitada, otros que cumplen una función de control político en mandos medios, mientras los más importantes son aquellos con cierta capacidad técnica para ejercer el cargo y que gozan de la confianza de quien los nombra, que es en general alguien de rango ministerial. El estudio espera prosperar en la comprensión del funcionamiento de este aspecto muy preciso y particular del funcionamiento general del Estado. Muchos investigadores, que han llegado hasta Nueva York por su propio esfuerzo, esperan encontrar financiamiento de fundaciones o universidades para continuar las investigaciones, o editoriales interesadas en publicarlos. Algunos tienen apoyo decidido de sus gobiernos o institutos, pero la lucha por recursos es una constante en el mundo de la investigación.
- Latin American Studies Association (Lasa) 2016, del 27 al 31 de mayo, en Nueva York.