Lavado de cara - Semanario Brecha

Lavado de cara

A esta altura ya es hasta lógico que una multinacional enfáticamente empeñada en asociar su imagen con la conciencia social y con las nuevas generaciones tenga un patio trasero especialmente nauseabundo. Tal es el caso de Unilever.

“Nunca había valorado la libertad, hasta que me la quitaron. Es horrible. De pronto sientes que te quitan la identidad, estás atrapado entre cuatro paredes, nunca puedes escapar de tu mente. Imagínate ahora, te abren la puerta y te dejan salir al exterior y sentir el sol en tu cara. Eso es todo para mí.” En el mismo corto, otro preso entrevistado dice a continuación: “Para mí, el tiempo que paso al aire libre es la mejor parte del día”, y siguen otros comentarios de reclusos, todos pertenecientes a la prisión de máxima seguridad de Wabash, Indiana (Estados Unidos).

Más adelante el corto, titulado Liberad a los niños, va a su punto: una frase en la pantalla informa que “Los presos pasan como mínimo dos horas al día al aire libre”, concluyendo luego que “Los niños pasan menos tiempo al aire libre que un preso”.

Por su estilo documental, por su temática social, por su postura de compromiso, podría creerse que la pieza audiovisual es un cortometraje independiente orientado a generar conciencia, pero no es así. De hecho se trata de un nuevo comercial de Skip, marca cuyo logo aparece por única vez al final, durante los últimos cuatro segundos, junto a la leyenda “Ensuciarse es bueno”. La pieza publicitaria utiliza datos de un estudio británico publicado por The Guardian, en el cual se señala que, de acuerdo a una encuesta realizada a 12 mil niños de entre 5 y 12 años en diez países, durante el día 74 por ciento de ellos pasa menos de 60 minutos jugando a la intemperie. Eso, dando como cierta la información de que los presos de una cárcel de máxima seguridad tienen dos horas diarias al aire libre, supondría que en promedio un niño de hoy pasa menos tiempo al aire libre que un convicto.

La reflexión es interesante y lleva al televidente a ciertas consideraciones, pero es curioso el rebuscado vínculo del producto (detergente Skip) con la cárcel de máxima seguridad y los presos, salvando que todos los que allí aparecen tienen un uniforme perfectamente pulcro y que las instalaciones registradas están aun más inmaculadas que las de la serie Orange is the New Black.

Como en todo comercial, las intenciones primarias son vender, y quizá no sólo un producto, sino también una fachada, una imagen. Skip, al igual que Rexona, Axe, Dove, Sedal, Lipton, Knorr, Hellman’s y Maizena, entre otros, son marcas pertenecientes a la multinacional Unilever, denunciada y multada en incontables ocasiones por daños al ambiente y a sus trabajadores. En esta sección comentábamos hace poco acerca de uno de los casos más sonados y funestos: los envenenamientos por mercurio ocurridos en sus instalaciones de Kodaikanal, India, que causaron la muerte de 45 empleados y 12 de sus hijos, y cuyos familiares nunca obtuvieron una compensación.

Pero claro, lo más importante son los niños. Es lógico que una multinacional enfáticamente empeñada en asociar su imagen con la conciencia social y con las nuevas generaciones tenga un patio trasero especialmente nauseabundo.

La publicidad es siempre coherente en algo: aun cuando procura concientizar, aun cuando está tocando un tema tabú como la prisión, aun cuando se disfraza de “progre”, lo hace con el fin principal de beneficiar al avisador. Y por supuesto: pisando sobre seguro, sin ofender a nadie, y mostrando de la forma más digerible posible todo aquello que pudiera parecer desagradable. Esta cárcel de postal –prácticamente un “modelo” si es cierto que permite a los presos de máxima seguridad salir al patio dos horas al día– se encuentra al servicio de los fines “angelicales” de Unilever. Cuanto mayor la limpieza, más corresponde desconfiar.

Artículos relacionados