Cada vez que un producto aumenta su precio, aumenta en la misma proporción el monto del impuesto al valor agregado (IVA) que se paga por adquirirlo. Cada vez que aumenta el salario, aumentan de igual modo los montos del aporte jubilatorio y de la contribución al Sistema Nacional Integrado de Salud correspondientes a esa retribución. Y, si el salario supera los 46 mil pesos, también subirá lo que el asalariado paga por impuesto a la renta de las personas físicas.
Parece una manera bastante razonable de lograr que la recaudación del Estado acompañe el crecimiento de las posibilidades contributivas de los ciudadanos. Sin embargo, cuando el bien gravado es una propiedad inmobiliaria, la cosa es un poco más complicada.
Pongamos que se trata de una chacra. Puede ser ese campito de cinco hectárea...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate