Lentitud, divino tesoro - Semanario Brecha

Lentitud, divino tesoro

Es preferible leer una adaptación de un clásico a no leerlo nunca, arriesga esta filóloga y doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Salamanca que dio una charla en Montevideo.1 Docente universitaria e investigadora de la poesía uruguaya femenina, María José Bruña Bragado aboga por una pedagogía que pierda el tiempo.

Foto: Gentileza Jesús Corzo

¿Docente de qué cursos?

—De las facultades de Magisterio y Filología de la Universidad de Salamanca; doy clases a quienes estudian para maestros y a licenciados en literatura hispánica que cursan maestrías y doctorados.

Publicaste ensayos críticos y artículos sobre Delmira Agustini, Ida Vitale, poesía uruguaya y narrativa argentina, chilena y uruguaya de fines del siglo XX y principios del XXI. Teniendo en cuenta que naciste en una provincia española, ¿qué explica esta predilección por autores latinoamericanos?

—Es una evidencia de que el modernismo inaugurado por Rubén Darío y su seguidora, Delmira Agustini, fue el primer hito que conquistó la literatura hispanoamericana en su trayectoria. El segundo fue el boom encabezado por Vargas Llosa, García Márquez y Carlos Fuentes, que debería sumar a Onetti y a Cortázar y marcó el comienzo de la traducción de literatura hispanoamericana a otros idiomas; y el tercero, en esta era globalizada y pos poscapitalista, es su fuerte presencia en las universidades españolas desde hace 30 años. Cuando leí a estos autores como estudiante de filología me di cuenta de que los siglos XX y XXI, en literatura, son latinoamericanos, no europeos.

Pero viviendo en España accedés a literatura del resto del mundo; en Latinoamérica ese beneficio está pendiente.

—Estuve a punto de estudiar las literaturas francesa e italiana, pero creo que la localización de tu objeto de estudio es irrelevante, no sólo porque a veces en lugar de elegirlo tú es él quien te elige, sino porque la tradición literaria late en cualquier escritor que escojas. Delmira es más francesa, en sus lecturas, que cualquier autor del mismo período; que Manuel Machado, por citar a un modernista. Y leerla a ella es leer a Baudelaire, Mallarmé, Poe. Esta dinámica, de círculos excéntricos, fue la que seguí en mi tesis de doctorado y en mis investigaciones: la poesía uruguaya me llevó a los estudios de género y ellos a la literatura infantil y juvenil.

A propósito de este último campo, en tu charla destacaste, con ejemplos, el respaldo que ofrece la buena literatura para niños a la batalla contra el machismo y el bullying, y a los esfuerzos inclusivos de diversidades que van desde la discapacidad hasta la orientación sexual. ¿Cómo encaja la inutilidad de la literatura en tanta misión social?

—No es de ahora que la literatura ha sido capaz de tratar maravillosamente problemas sociales en la pluma de un Vallejo, un Blas de Otero, una Ángela Figuera, poeta social española de los cincuenta. Si bien ya no hablamos de compromiso o militancia, hay señales que actualizan estas actitudes, como el congreso de hispanistas que tendrá lugar en octubre en Polonia y cuya consigna es renovar las humanidades para mantener conquistas sociales. Un botón de muestra de que incluso en autores relativamente jóvenes es posible encontrar una amalgama de tema sociales tratados con vuelo literario es el libro Luces en el canal,2 del autor español David Fernández Sifres, que obtuvo el premio El Barco de Vapor.

Comentaste que en tu trabajo de mediación lectora recurrís a distintas disciplinas artísticas, el humor y el rigor. También a la adaptación a modas editoriales que no resisten el análisis de calidad; ¿en qué aspectos te resulta positiva esa adaptación?

—Tema delicado, creo que estos tiempos imponen abolir fronteras entre alta cultura y cultura popular, entre literatura canónica y literatura comercial. Como lectora puedo abominar de la literatura comercial pero como docente no puedo exigirles a mis alumnos que la ignoren; debo flexibilizar el vínculo, escucharlos e intentar comprenderlos. En este sentido la adaptación de clásicos, cuando son buenas, me parecen un hallazgo; prefiero que lean adaptaciones a que ni se acerquen al original. El momento de mayor riesgo es al inicio de la adolescencia, 8 o 9 años, en ese momento el lector permanece o lo perdemos del todo.

En el mar de pantallas.

—No necesariamente, las pantallas también ofrecen lecturas; según lo veo es porque la producción de buena literatura juvenil es mucho más escasa, e incipiente, que la destinada a público infantil. Y pocas veces consigue trascender los tópicos asociados a la juventud, aventuras, romances, amigos.

En la charla exhortaste a maestros y mediadores de lectura a perder el tiempo, ¿qué alcance das a esa expresión?

—Me inspiro en el libro de Gianfranco Zavalloni La pedagogía del caracol. Por una escuela lenta y no violenta,3 que propone enfrentar el vértigo neoliberal aplicado a la educación y su corte de efectos nocivos –hiperestructuración, aceleración, saturación del tiempo infantil– con una educación que aprenda a perder el tiempo, que desa-celere sus ritmos y reinstale el afecto en los vínculos. Da ideas para hacerlo: escuchar a los alumnos, hablarles, saber de memoria sus nombres, salir a caminar o a pasear en bicicleta con ellos, plantar huertas, enseñarles a silbar, evaluar, ante el semblante de determinado alumno, si continar la clase como viene o dedicarla, entera, a hablar sobre el divorcio.

 

  1. “Libros y más libros infantiles. Sobre multiculturalidad, bullying, capacidades diferentes y diversidad afectivo-sexual”, el 27 de julio de 2017, en el Centro Cultural de España.

María José Bruña Bragado nació en Zamora, España, el 20 de julio de 1976; ha desarrollado una intensa actividad docente y de investigación en universidades europeas y americanas y publicó, entre otros libros y artículos, Delmira Agustini. Dandismo, género y reescritura del imaginario modernista (Peter Lang, 2005), Cómo leer a Delmira Agustini: algunas claves críticas (Verbum, 2008), en la misma editorial y junto a Valentina Litvan la antología Austero desorden. Voces de la poesía uruguaya reciente (2008), Maruja Mallo y el diálogo transatlántico. Sintonías y discrepancias con Joaquín Torres García y Victoria Ocampo (en Pie de Prosa. La otra vanguardia hispánica, Iberoamericana-Vervuet, 2014), Romper el espejo, Delmira decandente (Ínsula, 2014) y la edición crítica Todo de pronto es nada. Sobre la poesía de Ida Vitale (Ediciones Universidad de Salamanca, 2015).

  1. Con ilustraciones de Puño, colección El Barco de Vapor, Editorial SM, España, 2013.
  2. Grao, Barcelona, 2011.

 

 

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