… y ese fue El libro de los mitos. No el que escribió Peña, sino otro, que llegó desde la espesura del bosque y la profundidad del lago, escrito en las noches de los pioneros que intentaron conquistar las extensiones inhóspitas del gran norte. Ese libro está maldito y está perdido.
El sello de literatura juvenil Montena, parte del coloso editorial Penguin Random House, volvió sus ojos hacia uno de los autores uruguayos que han recibido más exposición en los últimos tiempos: Pedro Peña, escritor y profesor de literatura. Si bien se ha destacado en los últimos años por su producción de novela negra, también incursionó en la ciencia ficción y se enfrentó con entusiasmo al proyecto de novelizar el libreto de Macbeth. En 2013 publicó Mito, libro de relatos que fue piedra de toque para esta nueva novela.
Exponer ese recorrido no es antojadizo: El libro de los mitos se estructura con una trama policial de suspenso, indicios y ocultamientos, pero a la vez combina elementos de lo fantástico e interacciones entre planos de realidad desfasados, donde los muertos aún caminan.
Los protagonistas de El libro de los mitos son Eric y Laura, dos adolescentes que van de vacaciones con su madre y la nueva pareja de ésta a Lake of the Woods –una región que cae en el límite de Estados Unidos con Canadá–. Ellos, especialmente Eric, que se descubrirá poseedor de un poder muy peculiar, develarán poco a poco la historia del viejo Pierre Lundgsvren, cuya desaparición estuvo atada al libro perdido y supuestamente maldito.
Los obstáculos se acumularán en el camino de los hermanos, la primera valla a saltar será escapar de la supervisión de los adultos, pero no sospechan las que les esperan: se enfrentarán al territorio, aún hostil pese a décadas de domesticación, a sus propios miedos, al lago y sus islas desiertas –donde nadie los escuchará gritar– y, como si fuera poco, a organizaciones secretas y antiquísimas que buscan manejarlos para fines arcanos… y si no pueden manejarlos, están dispuestas a matarlos.
Resulta inusual encontrar narrativa uruguaya cuya trama se desarrolle explícitamente fuera del territorio nacional y, más aun, cuyos personajes no sean uruguayos. En este caso deja la duda de si es para habilitar a una mayor libertad creativa o para apelar a un público más amplio, aunque la dedicatoria sugiere una relación especial del autor con esa localidad, sus habitantes y la fascinación que generan los espacios naturales inmensos, cercanos a lo sublime.
Es obligado señalar que Peña se divierte y divierte al lector con juegos metaliterarios y puestas en abismo. Por ejemplo, con sueños dentro de sueños, o introduciendo sin advertencia el libro de ficción –el que se busca en el relato– en nuestra realidad; más allá del título coincidente, sus mitos comienzan a ser desplegados en las páginas del libro de papel. Asimismo hay intertextualidades recurrentes de las que mencionaremos dos ineludibles: por el ambiente, Jack London, y por la temática, uno de los maestros del horror de principios del siglo XX, Algernon Blackwood (que incluso aparece fagocitado por el libro dentro del libro). Muy lejos está la prosa de Peña del trabajo y el pulido que se aprecia en la escritura de estos dos grandes, pero la historia se maneja con solvencia.
Hay muchos temas que ingresan a este libro, incluyendo problemas familiares, celos fraternos, enamoramientos, actividades de vacaciones, leyendas, aventuras, sociedades secretas, viajes místicos y cazadores furtivos. Están correctamente manejados, dándole espesor a la trama y a los personajes, pero participan de una novela muy breve (prácticamente una nouvelle, ya que la historia en sí ocupa menos de cien páginas) y no se desarrollan en todo su potencial. Conste que esto puede tener su justificación: si bien no se da pista alguna de esto en el libro, en Internet se pueden encontrar referencias a que se trata de “la primera entrega de una trilogía”. Si es el caso, se echa en falta la advertencia.