“Cada cual tiene un Viglietti al que aferrarse. Nosotros, al menos, porque los más jóvenes capaz que ni lo conocen”, decía el martes una señora a los sesenta, tal vez ya bastante entrados, mientras la fila avanzaba –rápida, fluida– en la explanada del Solís. La señora miraba la fila y no se consolaba. Mucha gente, … Sigue leyendo Llamarada nocturna
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