Lo atípico como costumbre - Semanario Brecha
La primera vuelta en Costa Rica

Lo atípico como costumbre

La apatía y la indecisión dominaron la votación del último domingo, que se definirá en abril en una disputa por la centroderecha. Lo que algunas décadas atrás podía parecer novedoso se ha hecho habitual en un país donde resulta difícil prever el desenlace electoral.

José María Figueres, candidato a la presidencia por el Partido Liberación Nacional Afp, Luis Acosta

Un proceso atípico arrojó un resultado que comienza a ser costumbre para los costarricenses. Uno de los candidatos menos conocidos alcanzó en las elecciones generales del domingo 6 los votos necesarios para disputar la presidencia en la segunda ronda. Había pasado en 2014, cuando Luis Guillermo Solís cosechaba solo un 4 por ciento de apoyo en las encuestas, y en 2018, cuando Carlos Alvarado rondaba el 5 por ciento apenas a un mes de la cita en las urnas. Ahora fue el turno de Rodrigo Chaves, economista y exministro del actual gobierno, así como funcionario de carrera del Banco Mundial. Chaves alcanzó el domingo el segundo puesto, saltando de un 8 por ciento en los sondeos a un 16,7 por ciento en el escrutinio.

También viene siendo tendencia repetida la abstención, que en esta ocasión llegó a un histórico 40 por ciento, así como la pluralidad de partidos, que esta vez llevó a un récord de 25 candidaturas, en un proceso marcado por un voto más coyuntural que ideológico y por la conformación de varias minorías en la Asamblea Legislativa. Sin precedentes, eso sí, es el resultado electoral para el partido de gobierno, que desaparece de la escena electoral sin diputados ni derecho al aporte estatal para su campaña, con menos de un 1 por ciento de los votos tras haber recibido, en cada uno de los dos procesos de balotaje de 2014 y 2018, más de 1.300.000 apoyos.

Sin incentivos para votar

Al día siguiente de las elecciones, Brecha preguntó en la calle a distintas personas si habían votado y, en caso de que no, cuál era la razón. Entre quienes no lo habían hecho, las respuestas fueron muy similares. «No pude votar», dijo simplemente Arnoldo, empleado de comercio, que caminaba en una calle capitalina. «No me interesa porque nadie cumple y nada cambia votando», aseguró Hilda, empleada doméstica, sentada en un parque esperando su hora de ingreso. Por su parte, Andrés, un estudiante, dijo: «No me había decidido y preferí no salir». En contraste, pocas horas antes, centenares de banderas de muy distintos colores habían transitado sobre vehículos por San José, en uno de los pocos episodios de entusiasmo electoral vistos públicamente en los cuatro meses de campaña.

Ilka Treminio, doctora en Ciencias Políticas y directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Costa Rica, señaló a Brecha que la gran cantidad de partidos políticos, el poco conocimiento del electorado de los planteamientos de los candidatos, las pocas actividades presenciales debido a la pandemia y el gran descontento y la apatía persistentes «generaron que se profundizara la tendencia al abstencionismo». Adrián Pignataro, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR), rescata el 60 por ciento que sí votó, en circunstancias que podrían verse como adversas, sobre todo por los efectos de la pandemia.

El promedio histórico de abstención de las últimas dos décadas rondaba hasta ahora el 30 por ciento (después de un período de más de tres décadas, entre 1962 y 1994, en que nunca superó el 20 por ciento), con una tendencia al alza en los últimos años. Con respecto a la elección de 2018, en la reciente cita electoral la abstención subió entre 5 y 6 puntos en áreas urbanas y unos 7 en promedio en zonas costeras o fronterizas. Existen localidades en donde superó el 50 por ciento. Para Pignataro, la ciudadanía necesita incentivos reales para salir a votar. «Hay que pensar qué incentivos tienen las personas para involucrarse en la política y cómo las han defraudado los políticos y las políticas públicas», especialmente en aquellas zonas alejadas de la capital, sostiene.

Según estudios de Ciska Raventós, socióloga de la UCR, publicados en el libro Abstencionistas en Costa Rica. ¿Quiénes son y por qué no votan? (2005), los factores que influyen en otras partes del mundo también afectan a la población costarricense. A menor estatus socioeconómico, sostiene Raventós, menor probabilidad de votar. Para la académica, la gran caída de la participación a partir de 1998 se debió a que los partidos empezaron a mostrar demasiada convergencia en sus planteamientos.

Dominio conservador

El resultado del domingo, además de obligar a una segunda ronda, a celebrarse el 3 de abril, muestra un dominio conservador de la escena política. Esto tampoco es novedoso. Aunque la izquierda con representación parlamentaria, el Frente Amplio, creció de un diputado a seis, el resto de las fuerzas se matriculan, en distintos grados, del centro a la derecha. Según las cifras preliminares del conteo rápido de votos, los resultados del domingo a nivel presidencial sitúan al Partido Liberación Nacional (centroderecha) en 27,36 por ciento, al Partido Progreso Social Democrático (centroderecha), liderado por Chaves, en 16,7 por ciento, a Nueva República (derecha ultraconservadora) en 14,82 por ciento, al Partido Unidad Social Cristiana (derecha conservadora) en 12,36 por ciento, al Partido Liberal Progresista (derecha liberal) en 12,33 por ciento y al Frente Amplio en 8,7 por ciento.

Uno de los bloques ganadores de la contienda es el Liberal Progresista, que no tenía representación parlamentaria y se estrenará con seis diputados de un total de 57. Una bancada significativa que le permitirá negociar como fuerza política dotada de una fuerte cohesión ideológica y que estará liderada por su candidato presidencial. Progreso Social Democrático, en tanto, no parece presentar una cohesión tan estructurada entre sus cerca de diez posibles diputados. Según Treminio, al ser una nueva formación, con cuadros reclutados por Chaves y liderados por la popular periodista Pilar Cisneros, «el carácter de cada uno de esos líderes y la bicefalia podrían generar algunos problemas». En Costa Rica, un diputado no pierde la curul al declararse independiente. En este período legislativo fueron 12 las diputaciones que se independizaron de sus partidos.

De las seis minorías representadas en el Parlamento, la mayor es Liberación Nacional, que podría pactar o negociar con una o varias bancadas según intereses particulares. Logre o no que su candidato para la segunda vuelta, el expresidente José María Figueres (1994-1998), repita mandato, Liberación Nacional tendrá, de todos modos, un peso fundamental a la hora de tomar algunas decisiones trascendentes en los próximos cuatro años. La disminución del aparato estatal, el ingreso a bloques comerciales como la Alianza del Pacífico, la modificación de la estructura impositiva, reformas a los sistemas de pensiones y la negociación con el Fondo Monetario Internacional son algunos de los temas que estarán en la agenda parlamentaria.

Volatilidad del electorado

Desde hace varios años, distintos investigadores vienen señalando la volatilidad del voto costarricense. Un estudio de 2018 del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR señaló que un gran porcentaje de votantes cambiaba de partido durante la propia campaña electoral.

Pignataro distingue entre dos grandes grupos. «Hay un pequeño grupo de personas que simpatizan con determinados partidos políticos y sus ideologías», indica, entre los que se destacan los adherentes a Liberación Nacional, el partido con afiliación partidaria más estable. Sin embargo, para el profesor de Ciencias Políticas, hay un grupo mayor de votantes que «decide tardíamente o decide y luego cambia de opción» y sobre el que se puede esperar «que los eventos de campaña, incluidos los debates, tengan incidencia». Ese señalamiento coincide con la literatura académica generalizada sobre el asunto, que apunta a una «heterogeneidad de los electorados».

Para William Méndez, abogado, periodista y analista político, una parte importante del electorado no sigue a un partido, ni a un candidato, ni a un programa, ni a una ideología, «sino que simple y sencillamente danza alrededor de lo que considere más simpático o más agradable, sin mayor sentido de pertenencia». Para Méndez, «este grupo no tiene ningún problema con haber votado en dos procesos por el Partido Acción Ciudadana [PAC, actualmente en el poder] y hoy cruzar de acera en masa y estar con otro partido». Esto explicaría la estrepitosa caída del oficialismo en estos comicios. Méndez agrega que esto «fue una sanción, una regañada del electorado» respecto al incumplimiento de las promesas hechas en su momento por el PAC. El domingo, la formación tuvo una votación incluso menor que la que había tenido en su proceso interno de elección de candidatura, hace apenas unos meses.

Disputa por la centroderecha y acusaciones cruzadas

Aún no se vislumbra un favorito para la segunda vuelta. Pese a que las diferencias en el estilo de liderazgo y de los equipos que acompañan a los candidatos son muchas, las dos fuerzas que se disputarán el balotaje pretenden apoderarse del centro político, aunque recostadas a la derecha. Coinciden en disminuir el aparato estatal, en rechazar la exploración y la explotación petrolera, en oponerse al aborto, aun en caso de violación, y en que no habrá nuevos impuestos, según anunciaron en campaña.

La principal disputa, reflejada incluso en los discursos pronunciados tras conocerse los resultados del domingo, refiere a acusaciones cruzadas sobre su pasado. Chaves dijo que «no podemos ser gobernados desde la duda o la desconfianza», en alusión a la percepción de corrupción que se mantiene sobre Figueres, aunque no ha habido investigaciones judiciales ni condenas al respecto. El expresidente, por su parte, dijo que en su gobierno habrá «igualdad de derechos y dignidad para las mujeres», en referencia a la sanción administrativa recibida en 2019 por Chaves en el Banco Mundial por «comportamiento inapropiado de naturaleza sexual» hacia dos subalternas.

Mientras el expresidente tiene un techo difícil de superar en la percepción ciudadana, según muestran las encuestas, que señalan que muchas personas dicen que jamás votarían por él, el exministro Chaves tendrá el reto de dar a conocer su figura y su partido, que aún son grandes desconocidos entre la población.

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