En Israel la marihuana medicinal es muy usada, especialmente por ex soldados que sufren de estrés postraumático. Este nuevo 5775 tiene la particularidad de ser el séptimo año, y dice la Biblia, concretamente en Levítico 25:1, que Dios dijo a Moisés: “Seis años sembrarás tu campo y seis años podarás tu viñedo, y recolectarás tu cosecha”, es decir que cada séptimo año, por orden divina, la bíblica tierra de Israel trabajada debía dejarse descansar. Los rabinos respondieron que siempre y cuando la marihuana sea para uso terapéutico está permitida, incluso habiendo sido cosechada en este séptimo año.
Dejar de trabajar la tierra un año entero implica una desaceleración económica de riesgo no sólo hoy en día, también en 1888 (calendario cristiano). Los judíos que residían en la entonces Palestina otomana recibieron con alivio la noticia de que un grupo de reconocidos rabinos había decidido, en un ardid legal, que era posible vender la tierra justo en el año de la shmitá, y recomprarla al año siguiente. La tierra podía entonces seguir siendo trabajada, porque “justo” cuando caía el asueto el dueño no era un judío. Esa medida se facilita hoy en día a través del mismo Supremo Rabinato, que acepta inscripciones para un “permiso de venta” a un gentil en las condiciones antedichas.
El otro simpático ardid es plantar sobre enormes tablas separadas de la tierra, aprovechando que la ley especifica que la prohibición es “en la tierra” de Israel. Por cierto, esa misma artimaña es la que se aplica para criar cerdos, pues la prohibición tiene similares características.
Aquellos agricultores que siguen la ley judía al pie de la letra, los que no aceptan artilugios, dejan que todo lo que crezca en la tierra durante este séptimo año sea recogido por los necesitados. El objetivo primario de la ley era ese, la justicia social (la shmitá implica también perdonar las deudas, pero eso es otro capítulo).
Hoy en día los establecimientos que están vinculados a la industria alimentaria tienen el certificado de kosher otorgado por el Supremo Rabinato, para poder proveer a toda la población israelí sin distinción, así que para el ciudadano de a pie no es difícil respetar las reglas. Pero para aquellos que no confían en el Supremo Rabinato, o que no gustan de ardides legales, la solución más sencilla es directamente durante el séptimo año comprarles los productos agrícolas a quienes no son judíos o no viven en Israel. Supo existir otrora la tradición de comprar fruta de Gaza, pero allí lamentablemente debe haber muy poca por estos días.