A la hora de la competencia hay varios factores que los dueños de los bares deben tener en cuenta: el precio, la atención al cliente, la visibilidad y, por supuesto, la calidad y variedad de bebidas y comidas. Pero su imagen no debe desestimarse, y hay bares temáticos que sobresalen y se caracterizan especialmente por la excentricidad de sus propuestas. Como ejemplo, varios botones de muestra.
En la ciudad de Gruyeres, Suiza, se encuentra el Skeleton Bar, ubicado dentro de un antiguo castillo de más de 500 años de antigüedad. Las instalaciones fueron restauradas y rediseñadas por el recientemente fallecido artista H R Giger, encargado del arte de la película Alien (entre otras genialidades), y su interior simula el esqueleto de un gran monstruo. Sillas, barras, paredes y techo simulan osamentas de armónica deformidad, y el restaurante ofrece además la posibilidad de perderse en un laberinto de salas monolíticas con muros de dos metros de espesor que ostentan una colección de esculturas, pinturas y muebles del autor.
Quizás igual de extraño en su estética pero seguramente un poco más insalubre es el Chillout Ice Lounge, ubicado en Dubai. Allí las paredes, las mesas e incluso las sillas en que se sientan los comensales se encuentran totalmente congelados. Al entrar, el visitante debe abonar una entrada de 17 dólares, lo que incluye una bebida y el alquiler de un abrigo con capucha, guantes de lana y botas térmicas. En la carta se incluyen sopas, chocolate caliente y café. Claro que la existencia de este bar se explica en parte por las altas temperaturas reinantes en la ciudad (con un promedio de 34 grados en los meses más calurosos) y, por tanto, representa un desahogo refrescante. Su majestuosidad kitsch, su gigantesca pared hecha de cubos de hielo y sus esculturas heladas son otro reflejo de las descomunales excentricidades existentes en la capital petrolera.
En Manila, capital de Filipinas, se encuentra el polémico bar Hobbit House (Casa de los Hobbits). Inspirado en el universo de El señor de los anillos, ninguno de los mozos supera los 120 centímetros de altura; atienden y gestionan un local con una gran puerta redonda, mesas de madera, muchos candelabros y una decoración que cuenta con espadas y una iconografía que invita al cliente a sentirse parte de la Tierra Media.
Por su parte, el Bunyadi, ubicado en el centro de Londres, tiene reglas específicas para sus usuarios: prohibido sacar fotos, prohibido entrar con teléfonos y otros aparatos eléctricos y sólo se acoge a 42 comensales por turno. Pero incluso antes de abrir, el restaurante ya tenía una lista de espera de 32 mil personas que habían hecho una reserva anticipada. ¿Qué tiene de particular? Ser el primer restaurante nudista abierto al público. Su fundador, Sebastian Lyall, explicó al periódico El Mundo que “se trata de una nueva experiencia, sin impurezas ni productos químicos, ni colores artificiales, ni electricidad, ni gas, ni teléfonos, ni ropa, si lo desean”. Iluminado únicamente con velas, con una cocina a leña y un personal que sólo viste con redes y delantales, se sirve la comida en platos de loza, y cubiertos comestibles…
Y qué decir de Casa Pocho, bar de tapas ubicado en la localidad costera de Cullera, cerca de Valencia, España. Allí no sólo se puede insultar a los mozos, sino que además el mismo local incentiva a sus clientes a hacerlo, ofreciendo bebidas gratis a los insultos más originales y divertidos. Fundado en plena crisis económica, fue pensado como un sitio de desahogo de frustraciones, e incluso el mozo puede también devolver el insulto al cliente, aunque generalmente en un tono menor. Así, el “dame una cerveza, imbécil” es algo que se oye corrientemente, igual que improperios proferidos en polaco, en francés, en rumano y el idioma del que sea el turista de turno, aunque el detalle está en que no se toleran los ataques verbales realmente salidos de tono.