Los peligros imprevistos - Semanario Brecha

Los peligros imprevistos

“Fragmentado”: el intrigante título alude a la figura de un secuestrador portador de reacciones que obedecen los dictados de más de veinte personalidades reflejadas por éste de manera inesperada.

Fragmentado.

El intrigante título alude a la figura de un secuestrador portador de reacciones que obedecen los dictados de más de veinte personalidades reflejadas por éste de manera inesperada. Ese sujeto tan peligroso anda suelto y, más allá de los esfuerzos teóricos de la terapeuta que lo atiende, sin que nadie pueda explicar por qué no se lo confina en algún lugar por el tiempo que haga falta, llega a mantener en cautiverio a tres jovencitas en un laberíntico recinto donde resultaría harto difícil encontrar una salida. Tan poco común punto de partida proviene de M Night Shyamalan, responsable de las originales El sexto sentido (The 6th Sense, 1999) y La aldea (The Village, 2004), un realizador cuya ascendencia asiática parece guiarlo en la elección de argumentos nada hollywoodenses.

Tal originalidad, en la presente ocasión, vuelve a estar acompañada de una mano dotada para captar el interés de la platea con escasos pero bien seleccionados elementos –un pequeño núcleo de personajes, la acción concentrada en muy pocos escenarios– que, sin embargo, hábil manejo de la cámara por medio, no enlentecen el desarrollo de una trama ajena a toda pausa. Las dotes minimalistas de Night Shyamalan, por fortuna, no entorpecen la facilidad con que conduce a sus actores, siempre y cuando se considere no sólo la extrema juventud del trío que caracteriza a las prisioneras, sino también los cambios de tonos, miradas y actitudes físicas que el excelente James McAvoy pone en marcha con la sutileza del caso, ya sea en expresivos y nada demagógicos primeros planos o al dejarse ver en los solitarios ambientes propuestos por el director para mayor regocijo del fotógrafo.

Los atributos de originalidad con los cuales, a menudo, se asocia a Night Shyamalan, esta vez se confunden empero con rebuscamiento, sin que por ninguna parte asome un toque de lógica o autenticidad para complementar –o contrarrestar– la catarata de rarezas que la película despliega a partir de la mismísima palabra “fragmentado”, que no hace otra cosa que traducir el correspondiente split que acompañaría a personality, si se quisiese definir el caso clínico representado por el protagonista. Las virtudes de narrador cinematográfico de las que, a pesar de todo, hace gala Shyamalan permiten, sin embargo, paladear varias secuencias –el quebrado racconto que transcurre en un bosque, las accidentadas conversaciones con la terapeuta– merecedoras de figurar en un libreto más inspirado.

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